Hoy, 29 de septiembre, se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, una efeméride que fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019. El tema de la celebración de 2023 es 'Reducir la pérdida y el desperdicio alimentario: actuar para transformar los sistemas alimentarios', un llamamiento al sector público y privado para establecer prioridades y avanzar con la innovación para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos en pro de unos sistemas alimentarios más sostenibles.

Son muchas las iniciativas a nivel mundial las que reflejan un compromiso global en la lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos, reconociendo la importancia de abordar este problema desde múltiples frentes y a través de la colaboración entre gobiernos, organizaciones.

La Rioja, en el 2014 se adhirió a la iniciativa a través de la publicación de la guía “Tú también puedes ayudar” para promover la donación de alimentos excedentes por parte de establecimientos de restauración y minoristas con un uso solidario.

Según datos de la ONU, entre 691 y 783 millones de personas padecieron hambre en 2022, cada día se pierden o desperdician toneladas y toneladas de alimentos. A nivel global, aproximadamente el 13 % de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma el hecho de que en torno al 17 % de la producción total de alimentos se desperdicia en los hogares, la restauración y el comercio al por menor. Los alimentos que se pierden y desperdician representan el 38 % del uso total de energía en el sistema alimentario mundial.

La pérdida de alimentos se produce en distintos eslabones de la cadena alimentaria. En las explotaciones agrícolas, en el almacenamiento y durante el transporte, pero especialmente en los establecimientos comerciales y en los hogares.

La pérdida de alimentos implica un derroche de recursos naturales, así como una emisión innecesaria de gases de efecto invernadero. La FAO estima que la huella de carbono del desperdicio de alimentos se sitúa en 3.300 millones de toneladas de CO2 al año y requiere cerca de 1.400 millones de hectáreas de tierra, representando casi el 30 % de la superficie de tierras agrícolas en todo el mundo. Tampoco podemos olvidar el impacto ambiental derivado del transporte, almacenamiento y envasado de los alimentos desperdiciados y de la gestión de los residuos.

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