Los milagros no existen, pero sí fórmulas para evitar la pérdida de densidad y otras consecuencias de las alopecias estacionales o temporales

Con la llegada del otoño algunas personas notan que pierden más pelo de lo normal. En principio no hay por qué preocuparse. Perder hasta 100 pelos al día entra dentro de los parámetros que se consideran normales.

Aunque es un tipo de caída que asusta porque se nota tanto en la ducha, como en el cepillo o la almohada, en realidad se trata de un recambio de pelo que en otoño es más intenso y no afecta a la raíz de tal forma que ese pelo que cae va a volver a salir.

No hay que olvidar que el pelo no es perenne. Tiene un ciclo de vida que se divide en 3 etapas: la fase de crecimiento, la de transición y la de reposo. En una situación normal, el 89 por ciento de nuestros cabellos se encuentran en la primera etapa, un 1% en la segunda y un 10% (unos 10.000 pelos) en la última, que es la de caída.

No existe una explicación científica sobre porqué en otoño algunas personas notan más esta caída. Buscando razones hay quien lo atribuye a factores psicológicos como el regreso al trabajo tras el verano, cierta tristeza posvacacional o el estrés de la vuelta a la rutina y con ello a las obligaciones familiares y laborales del día a día. Y es cierto que todos estos factores pueden influir y sobre todo desencadenar una alopecia latente o agravarla si ya estaba en marcha. Por ello se aconseja consultar con el especialista ante signos de caída intensos. Además, encontrar pronto una solución disminuye la ansiedad que genera la pérdida de cabello y que a modo de círculo vicioso contribuye a que este siga cayendo.

Junto al estrés, hay otros factores que pueden desencadenar también una caída puntual del cabello más intensa como una intervención quirúrgica, ciertas infecciones, el consumo de algunos fármacos o determinadas dietas hipocalóricas.

Higiene capilar y otros tratamientos

Hay tratamientos altamente eficaces que aceleran la fase de recambio y pueden ayudar a paliar la pérdida pasajera de pelo y la consiguiente sensación de falta de densidad. Los complejos de vitaminas, los oligoelementos y los aminoácidos sirven para reforzar la queratina, que viene a ser la viga del pelo, y para que el folículo encuentre los nutrientes necesarios para su recuperación.

Existen también tratamientos como el del plasma rico en plaquetas o el láser de baja intensidad y, en casos extremos, el uso de minoxidil, una molécula que alarga la fase de crecimiento del pelo. Pero en cualquiera de estos casos es imprescindible contar con un diagnóstico correcto por parte de un dermatólogo que defina el tipo de alopecia que hay que tratar. Y una vez comenzado un tratamiento ser muy constante en su aplicación porque ahí reside el éxito.

Como señalan los dermatólogos, el primer tratamiento para tener un pelo saludable es llevar a cabo una higiene capilar correcta lo que conlleva un lavado frecuente (hay que desterrar el mito de que el pelo se cae más si se lava mucho) que combine un champú suave y otro de tratamiento en caso de que sea necesario. A la hora de secarlo se recomienda hacerlo al aire o en todo caso con el secador templado. Una alimentación equilibrada, tener un sueño reparador y la práctica de ejercicio contribuyen también a lucir un pelo lustroso.