Tener alto el colesterol malo es la principal “papeleta” para sufrir un infarto de miocardio, primera causa de muerte en el mundo

La noticia positiva, que ojalá tuvieran otras enfermedades, es que en la mayoría de los casos podemos reducir ese riesgo con acciones a nuestro alcance tan sencillas como el tratamiento farmacológico, la dieta o el ejercicio

Nada más y nada menos que uno de cada dos adultos españoles padece hipercolesterolemia lo que se traduce en tener el nivel de colesterol ‘malo’ superior al recomendado según datos del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular de España. Situación preocupante también en el ámbito infantil y juvenil donde cerca del 20%, uno de cada cinco menores entre los 8 y los 18 años, presenta alteraciones en los niveles del colesterol debido al aumento de la obesidad por un consumo excesivo de grasas poco saludables. Con estas alarmantes cifras y tras conocer los últimos datos de los estudios del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III, que demuestran que tener alto el colesterol malo (LDL) es el principal factor de riesgo para padecer una enfermedad cardiovascular arteriosclerótica, es más que evidentela importancia para nuestra salud de mantener un nivel adecuado de colesterol en nuestro organismo.

Las investigaciones revelan que incluso personas aparentemente sanas y sin otros factores de riesgo como la obesidad, el tabaquismo o la hipertensión, pero con el colesterol alto tienen un alto riesgo de sufrir infartos de miocardio, una de las primeras causas de muerte en el mundo en hombres mayores de 45 años y en mujeres mayores de 65 años. La noticia positiva es que se trata de un factor de riesgo modificable sobre el que cada uno puede influir para reducirlo con métodos que están a nuestro alcance.

Para saber cómo podemos mantener el colesterol a raya hablamos con el doctor Ángel Brea Hernando, jefe del Servicio de Medicina Interna y de la Unidad de Lípidos del Hospital San Pedro y uno de los más reconocidos expertos de nuestro país en la materia, quien desde su departamento impulsa investigaciones para disminuir el colesterol con nuevos y eficaces fármacos, reducir el riesgo cardiovascular y la mortalidad cardíaca y mejorar la adherencia al tratamiento de los pacientes.

EL COLESTEROL, UNA GRASA IMPRESCINDIBLE PARA LA VIDA

El colesterol es un lípido (una grasa) que todos poseemos, imprescindible para la vida, que circula a lo largo del torrente sanguíneo- transportado por unas proteínas denominadas lipoproteínas-para ser distribuida por todos los órganos. Sin colesterol las células de los animales no existirían, por eso se trata de una de las grasas más esenciales para nuestro organismo. Casi todo el colesterol que poseemos procede del que absorbemos de los alimentos o del que es capaz de elaborar el hígado.

COLESTEROL BUENO, COLESTEROL MALO Y TRIGLICÉRIDOS

El colesterol circula por la sangre a través de unas partículas denominadas lipoproteínas y dependiendo de ese tipo de lipoproteínas el colesterol se puede denominar ‘bueno’ o ‘malo’. Las lipoproteínas de alta densidad (HDL) ligadas al colesterol ‘bueno’ son las que se encargan de extraer el colesterol sobrante de los tejidos para transportarlo fundamentalmente al hígado y sintetizar lipoproteínas, ácidos biliares o excretarse por la bilis. Las lipoproteínas de baja densidad (LDL) son las ligadas al colesterol ‘malo’ porque son las que llevan el colesterol a los tejidos y depositan su exceso en las paredes de las arterías favoreciendo el desarrollo de la arteriosclerosis.

Pero además, tal y como indica el doctor Brea, hay otro tipo de partículas que transportan el colesterol y a las que últimamente se le están dando mucha importancia, los famosos triglicéridos. Siempre se había creído que eran unas partículas llenas de auténtica grasa (tipo a la que contiene el tocino) y que no tenían casi influencia en la arteriosclerosis. Pero hoy sabemos que esas partículas que fundamentalmente transportan a los triglicéridos – quilomicrones y VLDL (lipoproteínas de muy baja densidad) – también trasportan colesterol. Cuando estas partículas sufren el primer metabolismo reducen su tamaño y son capaces de atravesar los vasos y depositar en ellos el colesterol, proceso que se ha demostrado que contribuye al desarrollo de la arteriosclerosis. Cuando una arteria tiene muchas placas arterioscleróticas corre el riesgo de que alguna se rompa y, en el caso de las del corazón, se forme un trombo y de lugar a una angina o a un infarto.

CÓMO CONOCER NUESTRO COLESTEROL

La forma más adecuada es medir nuestros niveles a través de un análisis bioquímico prescrito por el médico de Atención Primaria o por el pediatra, ya que los niños no están exentos de tener colesterol incluso a veces en niveles muy altos. Lo más normal es que se detecte de manera inesperada tras una analítica rutinaria. En la actualidad los métodos automatizados nos permiten conocer no solo la cantidad de colesterol sino también las partículas por las que va vehiculizado.

Normalmente se recomienda hacer un primer análisis de colesterol entre los 9 y los 11 años, siempre y cuando no haya antecedentes paternos, en un día en el que las condiciones físicas sean normales (sin padecer enfermedades infecciosas como la gripe, momento en el que los niveles de colesterol están más bajos, o tras una operación).

En los adultos, si no hay ninguna otra enfermedad importante previa, se aconseja realizar otro control en la adolescencia entre los 17-21 años, y de forma oportunista a partir de los 35-40 años ya que de esta edad se incrementa el riesgo cardiovascular. 
El resto de controles dependerá de las patologías que padezca cada individuo. Si tiene factores de riesgo como hipertensión, tabaquismo, obesidad, infartos o anginas previas, arteriosclerosis… el nivel de colesterol se controlará más frecuentemente para saber cómo va y determinar cómo podemos reducirlo. A este respecto el doctor Brea señala que ‘no es tan importante medirse mucho el colesterol como una vez que sabemos que está alto intentar influir en reducirlo con los métodos a nuestro alcance’.

MANTENER EL COLESTEROL A RAYA

Lo más conveniente es mantener los niveles de colesterol ‘malo’ (LDL) lo suficientemente bajos como para que no nos cause ninguna complicación. Diversos estudios epidemiológicos han puesto de manifiesto que concentraciones en sangre de colesterol total superiores a 200 mg/dl están relacionadas con un incremento de sufrir procesos cardiovasculares. En presencia de otros factores de riesgo o de enfermedades cardiovasculares este nivel debería ser menor. En pacientes con muy alto riesgo, como los diabéticos tipo 2, los que ya han sufrido una enfermedad cardiovascular o con un riesgo calculado de morir por esta causa superior al 10% en 10 años, los niveles de colesterol (LDL) deberían estar por debajo de 70 mg/dl. Para aquellos con un riesgo moderado (5-10%) su nivel no debe exceder de 115 mg/dl; y con riesgo alto (del 1-5%) el nivel máximo serían los 100mg/dl.

EL COLESTEROL PONE EN RIESGO NUESTRA SALUD

Cuando el colesterol circula en exceso en la sangre nuestro organismo tiene un modo de eliminarlo que nos hace daño; al no saber cómo metabolizarlo adecuadamente ni qué hacer con ese exceso, lo ‘entierra’ en las arterias.

Ese depósito origina la placa aterosclerótica, que no es más que el cúmulo de colesterol debajo de las arterias, lo que provoca que la pared de la arteria comience a crecer y reduzca el tamaño de la ‘luz arterial’ o espacio por donde circula la sangre. Todo este proceso genera la enfermedad que se conoce como arteriosclerosis que es, a su vez, la responsable y el origen de diversas enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, anginas de pecho o infartos agudos de miocardio, aneurismas aórticos, isquemias en miembros inferiores y de los trombos que,cuando obstruyen el riego de la arteria,infartan el órgano que sufre el accidente. Esto es lo que ocurre cuando tenemos un infarto de miocardio, un infarto cerebral o incluso una isquemia arterial periférica (una extremidad se pone blanca, se necrosa y hay que practicar una amputación).

Lo más grave es que la arteria se obstruya de repente en vez de hacerlo de manera parcial ya que cuando la arteria se va estrechando poco a poco, el organismo intenta compensar y hacer arterias colaterales que eviten esa obstrucción y, aunque siempre se trata de un riesgo, cuando la obstrucción no es completa sino parcial es cuando el organismo ‘nos avisa’ generando síntomas como la angina de pecho (un dolor precordialencima del corazón durante 10 minutos o media hora). En otras ocasiones, primero se produce una angina de aviso y luego posteriormente, si se da una oclusión completa, sucede el infarto al corazón.

Otra complicación se da cuando se desprende un trocito de una arteria o de una placa aterosclerótica, impacta con el cerebro y se produce un infarto cerebral que se denomina de origen isquémico. Estos accidentes cerebrovasculares pueden conllevar la muerte si lo que irriga es un centro vital, o en otros casos producir diversas limitaciones como pérdida de visión, oído, habla, parálisis… si daña trozos de la corteza cerebral que hacen funciones motoras (sensitivas, visuales, auditivas…).

El colesterol alto también influye en otras patologías como la oclusión de las arterias de las piernas, aunque parece ser que aun siendo un factor de riesgo importante hay otros como el tabacoque contribuyen más. En este caso, hay que mandar un mensaje de especial cuidado a los pacientes diabéticos ya que, si fumar es malo para todo el mundo, para quienes de por sí tienen una alteración de base en la microcirculación, si además fuman y tienen colesterol alto se puede decir que se están jugando su futuro.

PRINCIPALES FACTORES DE RIESGO

Aunque los niveles altos de colesterol son el origen de la arteriosclerosis, y en ocasiones se señala que también nuestra genética puede influir, otros factores que facilitan ese depósito del colesterol en las arterias son la hipertensión arterial, el tabaquismo y la obesidad. Costumbres de nuestro estilo de vida que podemos modificar tan solo con nuestra voluntad.

La edad también es un parámetro muy importante y aunque no se trata de un factor de riesgo en sí mismo, si lo es el tiempo que los otros factores de riesgo han estado influyendo en nuestro organismo. El doctor Brea señala que ‘si el paciente tiene 80 años y desde su nacimiento ha tenido el colesterol alto probablemente sus arterias estarán muy cargadas de colesterol. Si tiene 60 y a los 40 le han descubierto niveles altos de colesterol, es hipertenso y fuma muchísimo, es muy probable que a partir de los sesenta pueda sufrir un infarto. Si tenemos un paciente que desde niño sufre el drama de padecer hipercolesterolemia familiar -familias que tienen colesterol alto de origen genético- es muy fácil que a los 20 o 30 años tenga un infarto. Este paciente aunque no fume y cuide su alimentación si desde niño tiene una enorme cantidad de colesterol ‘malo’ circulando por las arterias (más de 300 mg/dl) tendrá el mismo nivel depositado que el señor de 80 años. En este caso las arterias ‘envejecen’, tienen una edad biológica diferente a la edad cronológica. Por eso es tan importante, cuando detectamos los casos de estos niños con hipercolesterolemia, comenzar a tratarles desde muy jovencitos (8-10 años)’.

EL COLESTEROL GENÉTICO ESTÁ AUMENTADO EN ESPAÑA

Según indica el doctor Ángel Brea ‘en España cada vez occidentalizamos más nuestras costumbres, incluida la dieta, y por lo tanto estamos sometiendo a nuestro organismo a presiones ambientales que hasta hace unos años solo veíamos en países anglosajones como Estados Unidos. De hecho, estamos alcanzando niveles medios poblaciones alarmantes en obesidad y los niños españoles ya tienen tasas equiparables a estos lugares’. El doctor indica que en ocasiones creemos que porque vivimos en un área mediterránea somos unos privilegiados, comemos estupendamente y además tenemos una tasa de enfermedad cardiovascular muy baja, pero eso así dicho, sin más, es falso. Porque si hacemos las cosas mal, como aumentar en la dieta el consumo de grasas poco saludables, el colesterol no distingue entre si yo soy americano o he nacido en Logroño. Si fumo, mis coronarias no saben si soy californiano o de los Cameros. La fisiología es igual para todos y, por lo tanto, si nuestros factores de riesgo van en aumento, acabaremos con tasas de riesgo cardiovascular muy similares a las de EEUU.

Si partimos de la base de que somos un país mediterráneo de los que menor tasa de enfermedad cardiovascular teníamos y seguimos teniendo, ya que a pesar del incremento en la tasa de obesidad todavía existe un retraso en la aparición de enfermedades cardiovasculares respecto a otros lugares de Europa como Holanda, Alemania o Austria, tenemos que ser conscientes de que con el cambio de hábitos estamos poniendo todos los elementos para que las tasas de enfermedades cardiovasculares aumenten.

¿QUÉ SUCEDE CUANDO NOS DIAGNOSTICAN COLESTEROL ALTO?

Lo primero que va a hacer nuestro médico de cabecera es calcular nuestro riesgo cardiovascular. En la persona que ya ha sufrido un infarto resulta muy claro que su riesgo cardiovascular es muy alto. Tan alto que ya ha tenido un infarto. Pero, si además tiene el colesterol muy alto tendrá más riesgo que otro infartado que lo tenga bajo. 
Alguien que no ha tenido un infarto, pero tiene el colesterol muy alto, muy alto, va a tener más riesgo que el que tiene el colesterol en niveles normales. Y así se construye una gradación en la cual observando diversos factores, como el nivel de colesterol, si eres diabético o no, si eres hipertenso o no, si padeces obesidad, si fumas o no, o el factor sexo que es inamovible (los hombres tienen más riesgo)…, se categoriza este riesgo.

PAUTAS PARA REDUCIR EL COLESTEROL

Además de las medidas higienico-dietéticas comunes a adoptar por toda la población, la primera pauta es suministrar tratamiento farmacológico a las personas que en la categorización del riesgo lo tenga más elevado. Esto es así porque se considera que son los que más beneficio van a obtener del mismo, sin olvidar que cualquier persona individualmente tiene factores de riesgo “o papeletas”. El doctor indica que ‘en ocasiones escuchamos a la gente decir mi abuelo fumó hasta los 90 y nunca estuvo enfermo. Esto es así porque tuvo la suerte de jugar la papeleta del tabaco y en la rifa no le tocó tener un infarto, pero hay a otros a los que sí les toca.’ Por este motivo es mejor no llevar demasiadas papeletas y seguirlas medidas poblacionales, así como practicar algunas medidas individuales.

‘Como sigo sin saber qué papeleta tengo más vale que me preocupe de mi salud e influya sobre algunos factores para disminuir cualquier riesgo. En algunos casos es suficiente con modificar hábitos de vida como la dieta, practicar ejercicio, no fumar y vigilar el peso’. Además, dependiendo de nuestros niveles de “colesterol malo”, el médico nos prescribirá el tratamiento farmacológico más adecuado para reducir esa cifra y nos indicará a qué niveles debemos llegar para minimizar o disminuir el riesgo cardiovascular.

Los casos más complejos, pacientes que presentan efectos adversos a la medicación o niños con casos de origen genético, se derivan de Atención Primaria a los internistas de la Unidad de Lípidos del Hospital San Pedro. En esta Unidad se valora al individuo, se hace un estudio de origen genético y se afina el tratamiento. Tanto, que incluso en pacientes que en su día no fueron diagnosticados de hipercolesterolemia familiar, ahora, gracias a las nuevas técnicas de análisis genético, conocen el tratamiento que deben seguir.

En el resto de individuos la principal pauta es seguir las instrucciones del médico y cumplir con los hábitos de vida saludable. A priori parece fácil, pero en ocasiones resulta muy complicado porque se trata de reeducar al paciente. Los médicos nos pueden ofrecer consejos de dieta o de tratamiento, pero somos los pacientes los que tenemos que asumir la importancia de esos niveles y el riesgo que corremos para cumplir bien las indicaciones terapéuticas.

El doctor Brea señala cómo ‘a veces se da la paradoja, aunque resulte increíble, de que casi la mitad de los pacientes que salen de un infarto al cabo de un año NO se toma las pastillas del colesterol o que hasta el 20% sigue fumando. Está claro que la pastilla solo hace efecto si se toma y la dieta solo hace efecto si se sigue. Si no, uno debe de ser consciente de sus decisiones y de lo que se juega, así como de las implicaciones que las mismas tienen’. Además señala que aunque siempre se habla del colesterol y del infarto, también estamos aumentando la tasa de diabetes, ya que cada vez somos más obesos, así como la tasa de población con hígado graso, una enfermedad hasta ahora casi desconocida para los médicos en general pero que en la próxima década va a ser la primera causa de trasplante en Estados Unidos. Y aquí ocurrirá lo mismo, porque ya se está detectando un muy importante incremento en los casos.

Por este motivo, como nos indica Ángel Brea ‘es fundamental que los hábitos saludables se transmitan de padres a hijos. Si un niño ve a su padre fumar es más difícil hablarle de los perjuicios del tabaco, si la bollería industrial se convierte en la merienda habitual, mal,y si no se enseña a comer fruta o verdura NO estamos transmitiendo una correcta educación dietética’. La educación en la alimentación debe ser inculcada siempre desde casa, hay que enseñar a los niños a comer bien, en el recreo se debe tomar algo que no sea ni muy graso ni muy calórico o rico en azúcares e intentar controlar la alimentación del colegio porque es la continuidad de la alimentación en casa. Si logramos educar a nuestros hijos y enseñarles cuál es el estilo de comer más recomendable, lograremos una población más saludable en el presente y para el futuro.

Otro problema es que en la actualidad ingerimos casi el mismo número de calorías que en la prehistoria, pero sin gastar la energía que se gastaba antes porque no hacemos el mismo ejercicio. Llegamos a casa más cansados y en vez de cenar algo de verdura o pescado nos hacemos un sándwich, una hamburguesa, algo de embutido… porque nos resulta más cómodo. Igual que cuando comemos fuera, ocasiones en las que rara vez alguien pide una naranja de postre. También hemos aumentado la esperanza de vida, por eso el objetivo es mantener lo bueno de haber conseguido esa supervivencia pero sin las limitaciones de enfermedades como la arteriosclerosis que, en ocasiones, aparecen por una alimentación inadecuada, por fumar… La idea es que estas enfermedades aparezcan lo más tarde posible y llegar hasta una longevidad aceptable en las mejores condiciones de vida posibles.