María Eugenia Marzo, jefa del servicio de Neurología del Hospital San Pedro

Más de dos millones de personas en el mundo y casi 50.000 en España padecen esclerosis múltiple, una de las enfermedades neurológicas crónicas más frecuentes en adultos jóvenes, de entre 20 y 40 años, y qua afecta tres veces más a mujeres que a hombres. Se trata de una enfermedad sin cura que, entre otros síntomas, provoca dolor, problemas de movilidad o fatiga, aunque gracias a las continuas investigaciones de los últimos 30 años se han logrado tratamientos que frenan su progreso y alivian los síntomas. El próximo 30 de mayo se conmemora el Día Mundial de esta enfermedad de la que nos habla María Eugenia Marzo, jefa del Servicio de Neurología del Hospital San Pedro.

¿Qué es la esclerosis múltiple y cómo es su evolución?

Es una enfermedad neurológica, de origen inmunológico, que afecta al sistema nervioso central. Su evolución, en el 75-80% de los casos, es en brotes, es decir un paciente presenta un síntoma de una forma más o menos aguda en cuestión de horas o días y ese síntoma se mantiene durante días o semanas; luego va mejorando hasta volver a su situación inicial o con una discreta secuela. Con el paso de los años y cuando tienen más brotes, algunos pacientes sí tienen secuelas y limitación de movilidad. Hay un porcentaje más bajo de pacientes, menos del 15% de los casos, en los que el curso de la enfermedad es progresivo desde el inicio. Van empeorando poco a poco, a veces de forma imperceptible, aunque a lo largo de los meses o años se aprecia el empeoramiento.

¿A quién afecta?

La edad de inicio se suele situar entre los 20 y 40 años. Eso no quiere decir que no afecte a personas más jóvenes. Se han dado casos en niños y también se puede diagnosticar a personas con edades más avanzadas, hemos llegado a diagnosticar a personas de 70 años. Pero lo habitual es que el inicio y el diagnóstico de la esclerosis se establezca entre los 20 y 40 años. Es más frecuente en mujeres, con una proporción de 3 a 1 respecto a los hombres.

¿Cuáles pueden ser los síntomas más frecuentes?

Las manifestaciones son muy variadas, según la localización de las lesiones inflamatorias que aparezcan. Uno de los cuadros más frecuentes es la neuritis óptica, una inflamación del nervio óptico, por la que el paciente presenta una disminución de la agudeza visual, ve borroso, ve los colores más apagados, sobre todo el rojo y el verde, y a veces tiene dolor con el movimiento del ojo. Otro síntoma pueden ser una mielitis, que es una inflamación de la médula, en ese caso el paciente suele tener adormecimiento de las piernas, del tronco o también de los brazos, dependiendo del nivel donde se localice la lesión. Otras veces se producen lesiones en el tronco cerebral lo que conlleva, por ejemplo, visión doble, adormecimiento de la cara, etc. En otros casos puede haber alteración del equilibrio… Son síntomas muy variados que dependen de dónde se localice la zona inflamada.

¿Se sabe por qué afecta a adultos jóvenes y sobre todo a mujeres?

Las enfermedades inmunológicas en general afectan más a los jóvenes porque su sistema inmune es más activo, tienen mayor capacidad de producir anticuerpos, el sistema inmune de las personas mayores no es tan proactivo. Que se produzca más en mujeres tiene que ver con las hormonas femeninas, aunque no está muy claro.

¿Cuáles son las causas?

No se conoce la causa de esta enfermedad. Después de muchos estudios se cree que tiene una base genética y sobre esa base hay una serie de factores medioambientales que influyen. Se piensa que puede surgir por el contacto de algún virus durante la infancia o la adolescencia que da lugar a una respuesta autoinmune, a una creación de anticuerpos que luego atacan al sistema nervioso central. Hay otra serie de factores medioambientales que pueden favorecen que más adelante se desarrolle esta enfermedad como es el tabaco, el déficit de vitamina D o la obesidad. También hay estudios que relacionan cambios en la microbiota intestinal con la enfermedad. Pero realmente no se conoce la causa inicial de la esclerosis.

¿Cómo se diagnostica?

Lo fundamental es la sintomatología típica, no hay una prueba específica cien por cien para diagnosticar la esclerosis. Realizamos varias pruebas para llegar al diagnóstico, como completar un puzzle. La resonancia es hoy por hoy la prueba que más nos ayuda al diagnóstico porque es la que nos va a permitir ver las lesiones inflamatorias en el sistema nervioso central, apoyada también por una analítica completa que descarte otras enfermedades. Habitualmente también hacemos una punción lumbar para ver si hay bandas oligoclonales (proteínas) en el líquido cefalorraquídeo.

¿Cómo afecta al paciente conocer el diagnóstico teniendo en cuenta que estamos frente a una enfermedad que, a la larga, puede producir un deterioro en la calidad de vida de los afectados?

Supone una gran incertidumbre para el paciente porque no sabe cómo va a estar en el futuro, porque está acostumbrado a ver en los medios a personas con afectación severa y secuelas graves. Intentamos hacerles ver que la esclerosis es una enfermedad con la que llevamos trabajando mucho tiempo, que la conocemos, que hay muchos tratamientos, que no es como hace unos años. La evolución de la enfermedad ha cambiado a lo largo del tiempo y tenemos muchas armas para tratarla, y lo esperable es que el paciente pueda llevar una vida bastante normal. Hay un porcentaje de pacientes elevado que a lo largo de su vida tendrán pocos brotes, pocas secuelas y que llevarán una vida completamente independiente. Hay pacientes que a partir de los 10-15 años de evolución pueden tener secuelas que les hagan tener limitaciones para caminar. Y hay un 5% que va a tener una mala evolución, rápida y que en pocos años van a necesitar una silla de ruedas.

¿Los tratamientos actuales permiten frenar la evolución de la enfermedad?

Los tratamientos de los que disponemos ahora son tratamientos preventivos que actúan sobre el sistema inmune para intentar que no haya nuevos brotes ni nuevas lesiones en la resonancia. Lo ideal sería tener un tratamiento que recuperaran la mielina dañada o perdida que es la que hace tener los síntomas. Hay ensayos clínicos en marcha, pero hoy por hoy no hay ningún tratamiento en ningún sitio que nos permita tener esto. Lo que tenemos son tratamientos preventivos.

La investigación ¿está avanzando?

Hay muchísimos ensayos clínicos en marcha, sobre todo con fármacos biológicos, anticuerpos monoclonales muy potentes y luego también hay estudios con células madre. Hay una investigación muy extensa.