Diagnóstico

¿Qué es la Diabetes?

La diabetes es una enfermedad que se caracteriza por muy elevada la glucosa en la sangre. Es una de las enfermedades crónicas más frecuentes. Se calcula que alrededor del 12% de la población adulta en España (uno de cada ocho) la padece, de los cuales únicamente la mitad lo sabe. En ocasiones puede ocasionar síntomas (beber y orinar en gran cantidad), y en otras no, pero siempre aumenta el riesgo de tener enfermedades cardiovasculares como infartos de corazón, infartos cerebrales o amputaciones.

Hay dos tipos principales de diabetes, la tipo 2, que representa 9 de cada 10 casos, suele iniciarse por encima de los 40 años de edad y lo hace de forma solapada, y sólo se reconoce a través de unos análisis de sangre, por lo que puede estar presente durante muchos años sin ser detectada. La diabetes de tipo 1, sin embargo, se suele presentar de forma brusca, en pocos días o semanas, se acompaña de síntoma (orinar gran cantidad, sed, adelgazamiento) y aparece en edades más jóvenes, entre los dos y los cuarenta años en general.

¿Qué es la diabetes tipo MODY?

Es un tipo de diabetes menos común que la tipo 1 o tipo 2. MODY son unas siglas en inglés que significan “diabetes de la edad madura que se presenta en el joven”.  Se debe a una mutación genética de algunas proteínas necesarias para el funcionamiento de las células productoras de insulina. En realidad, hay varios tipos, cada uno por defecto de una proteína particular. En general aparece en la segunda década de la vida, no da síntomas, la elevación de la glucosa es poco importante y, aunque es variable dependiendo del tipo, suele tener un curso indolente, pudiendo en algunos casos controlarse sólo con dieta durante toda la vida. Es necesario reconocerla porque el tratamiento es diferente de los otros tipos más habituales, y porque en general es hereditaria y suele afectar a otros miembros de la familia. Si alguien tiene familiares cercanos con diabetes de tipo MODY conviene que acuda a su médico para saber si la tiene también.

¿Cómo sé si soy diabético?

La diabetes se diagnostica siempre con análisis de sangre. Para el diagnóstico la cifra de glucosa debe superar un valor límite, que depende de si la persona estaba o no en ayunas, si es una sobrecarga de glucosa, o si es una embarazada. Salvo excepciones, una sola cifra no es suficiente para el diagnóstico, es necesario confirmarlo una segunda vez y excluir algunos factores que pueden elevar la glucosa en personas no diabéticas, como algunos medicamentos, infecciones u otras enfermedades. Toda esta valoración inicial la realiza en general el médico de familia, que es a su vez el que realiza el abordaje inicial de la enfermedad.

Autoanálisis y control global 

Si sigo una dieta estricta y hago ejercicio de forma regular, ¿puedo dejar de realizar controles diarios de glucosa?

La necesidad de realizar o no controles de glucosa, así como su frecuencia, dependerá de su utilidad para el control de la enfermedad, lo que a su vez tiene que ver con el tipo de diabetes, el tiempo que lleve con la misma, o las características de la persona. Así, un niño o adolescente con diabetes tipo 1 deberá continuar haciendo controles de glucosa a pesar de realizar de forma correcta todas las demás partes del tratamiento, porque en caso contrario no va a poder controlar de forma adecuada la enfermedad. Por el contrario, otra persona con diabetes tipo 2 que presenta buenas cifras haciendo dieta y ejercicio podrá prescindir de los autoanálisis porque en esta etapa no contribuyen a que la enfermedad esté mejor controlada.

¿Qué determinaciones debo hacer y con qué frecuencia para controlar mi diabetes?

La respuesta es depende. Alguien por ejemplo con una diabetes tipo 1 que lleva infusor continuo de insulina o que tenga una diabetes inestable puede necesitar medirse antes y 2 horas después de cada comida, además antes, durante y después del ejercicio, y también cuando note síntomas de hipoglucemia, de hiperglucemia y de cetosis. Esto puede significar más de 10 controles diarios, todos ellos necesarios para mantener a raya su enfermedad. A estos se añade la medición de cuerpos cetónicos en situaciones especiales. En el otro extremo, una persona con diabetes tipo 2 leve que tenga buenas cifras sólo con dieta y ejercicio puede no necesitar ningún control de glucemia capilar. El equipo médico que atiende a cada persona le indicará la frecuencia que necesite. Hay que tener en cuenta que las tiras reactivas para medir la glucosa no son gratis, suponen una parte importante del gasto que ocasiona la enfermedad que costeamos todos los ciudadanos, y por tanto sólo hay que usarlas cuando se obtenga un beneficio de ello.

¿Por qué tengo que medir la glucosa varias veces al día?

No en todos los casos es necesario medir la glucosa varias veces al día. Sólo en aquellos en los que hacerlo nos vaya a llevar a un mejor control de la enfermedad. Hay que recordar que el objetivo del tratamiento de la diabetes no es normalizar las cifras de glucosa, sino evitar que las personas con diabetes desarrollen complicaciones serias, como son la ceguera o pérdida visual importante, la insuficiencia renal que termina en diálisis, y muchas otras. Numerosos estudios han demostrado que, si mantenemos los niveles de glucosa dentro de un rango aceptable, se reducen mucho todas estas complicaciones. Por eso, en algunos casos la medición frecuente nos lleva a tener cifras de glucosa más bajas, y eso a su vez nos libra de complicaciones.

¿Qué presión arterial debo tener?

Las recomendaciones actuales (año 2018) son de mantener la presión por debajo de 140/90 milímetros de mercurio, o 14/9 centímetros de mercurio. Hay que tener en cuenta que esto ha ido variando a medida que se han ido publicando diferentes estudios. Hace años se recomendaban valores de presión arterial más bajos porque parecía que era más beneficioso. Hay que tener en cuenta que el objetivo del tratamiento de la presión arterial no es bajar las cifras, sino evitar problemas cardiovasculares como infartos, ictus, o muerte cardiovascular. En este sentido, se ha visto en los últimos años que intentar bajar la presión de forma agresiva por debajo de estas cifras no ha logrado reducir los problemas cardiovasculares, sino que en algunos casos puede agravarlos, y además expone a las personas a tener que tomar más medicación, lo que sin duda significa estar expuesto a más efectos secundarios, algunos de ellos graves.

¿Influye la diabetes en mi presión arterial?

La diabetes o los niveles de glucosa en sangre no influye de forma inmediata en la presión arterial, pero sí a largo plazo, porque si los niveles de glucosa están elevados durante mucho tiempo se dañan los riñones, y con ello la presión arterial se eleva. Sin embargo, y aparte de este efecto de la nefropatía diabética que puede ver en todos los tipos de diabetes, en la diabetes tipo 2 la hipertensión arterial es más frecuente que en la población general. Esto no se debe al efecto de la glucosa, porque la hipertensión puede estar presente con niveles de glucosa bien controlados, o incluso puede aparecer antes que la propia diabetes. Lo más importante de esta asociación es que se ha visto que el tratamiento de la hipertensión en la diabetes tipo 2 tiene tantos o más beneficios sobre las complicaciones de la diabetes que el propio tratamiento sobre los niveles de azúcar. Por eso se insiste tanto en la medición y tratamiento de la presión arterial en la diabetes.

¿Debo controlar también el colesterol y los triglicéridos?

El tratamiento con pastillas para bajar los niveles de colesterol ha demostrado reducir los problemas cardiovasculares, como infartos, ictus o muerte cardiovascular. Por eso la recomendación actual es tratar con estos fármacos (hipolipemiantes) en un porcentaje muy elevado de diabéticos, incluso aunque tengan los niveles de colesterol dentro del rango normal. Como hemos dicho, de lo que se trata es de disminuir mortalidad y complicaciones, no de normalizar los resultados de los análisis.

Los triglicéridos están elevados con mucha frecuencia en la diabetes, incluso más que el colesterol, sin embargo, el tratamiento para normalizarlos no se ha visto que tenga un reflejo claro en la enfermedad cardiovascular ni en la mortalidad, por eso las recomendaciones actuales inciden menos en este aspecto que en el colesterol.

¿Cómo y cuándo debo revisar mi boca?

La enfermedad periodontal es más severa, y posiblemente más frecuente, en personas con diabetes. Además, las enfermedades de las encías pueden afectar negativamente a la diabetes. Aunque los beneficios del tratamiento de las enfermedades de la boca no han sido claramente demostrados, se recomienda en la diabetes extremar la higiene bucal para evitar estas complicaciones. Esto incluye el cepillado y revisión de la boca como en el resto de la población, limpieza entre piezas con hilo de seda si es necesario, visitas regulares al odontólogo, además de evitar la hiperglucemia y por supuesto el tabaco.

TRATAMIENTO DIETÉTICO

¿Puedo tomar azúcar, caramelos, dulces y helados siendo diabético?

No son alimentos recomendables ni están dentro de una alimentación sana, tanto si se tiene diabetes como si no. Sin embargo, en algunas circunstancias su consumo ocasional no deteriora los niveles de glucosa. Por ejemplo, una persona diabética delgada, que hace ejercicio, que tiene bien tratada la presión arterial y el colesterol, no fumadora, que sepa sustituir e intercambiar entre los distintos alimentos con hidratos de carbono, puede de forma ocasional incorporar estos alimentos en su dieta. Pero hay que tener en cuenta que muchas veces van acompañados de sal, grasa, y exceso de calorías y todo ello es especialmente dañino para la diabetes.

¿Qué grasas debo reducir en mi alimentación diaria y cómo?

Las grasas saturadas y trans son perjudiciales para la salud. El equipo que le atiende por su diabetes le informará de qué alimentos son ricos en esas grasas y por tanto son necesario evitar, fundamentalmente carnes grasas, embutidos, precocinados, repostería y bollería de origen industrial, aceite de palma, palmiste y coco, entre otros. Hay que tener en cuenta además que si usted tiene obesidad o sobrepeso le convendrá reducir el número total de calorías, no sólo las que están presentes en estas grasas que hemos comentado, sino de forma parcial las grasas saludables, como el aceite de oliva o los frutos secos, porque aportan tantas calorías como las anteriores.

¿Debe seguir una persona con diabetes una alimentación especial?

En absoluto. Debe seguir una dieta sana, como la que deberíamos hacer todo el mundo. Debe tomar las calorías que el cuerpo necesite, reduciendo la sal, la grasa “trans” y saturada, el colesterol y los azúcares refinados, y aumentar el consumo de verdura, fruta, cereales ricos en fibra, pescado blanco y azul, leche desnatada y carne magra. Nada diferente al resto de la población.  No se debe hacer una alimentación especial ni hay alimentos “tabú” como en otras enfermedades como la celiaca en la que no pueden tomar fuentes de gluten. Tampoco son recomendables alimentos especiales para diabéticos, y menos si se trata de repostería, tartas, turrones, etc.

¿Qué tengo que hacer si algunos días como demasiado?

Nadie o casi nadie sigue las recomendaciones a rajatabla, y siempre habrá algunos días en que no hayamos cumplido nuestra parte del tratamiento. Si la transgresión ha sido ocasional probablemente no tenga consecuencias sobre el curso a largo plazo de la enfermedad, aunque si es posible conviene medirse lo niveles de glucosa para ver el efecto del incumplimiento. Si los días de excesos son la norma, entonces probablemente estemos llevando la enfermedad en la dirección equivocada y se deteriorará no solamente la glucosa sino además la presión arterial, el colesterol, el peso, y el riesgo cardiovascular. Es el momento de cambiar de rumbo y buscar ayuda en el equipo que le atiende por la diabetes.

¿Es mejor para el diabético una dieta vegetariana?

La dieta vegetariana incluye muchas de las recomendaciones para la diabetes, como son evitar las carnes grasas, embutidos, colesterol (que sólo está en alimentos de origen animal), y aumentar el consumo de frutas, verduras y fibra. Sin embargo, hay que recordar que hay grasas de origen vegetal que son perjudiciales, como la de coco o palma, también que el azúcar refinado se extrae de vegetales. Además, las proteínas de origen animal tienen mayor valor biológico, y la vitamina B12 sólo está en alimentos de origen animal. La carencia de esta vitamina puede provocar anemia y afectación de los nervios y fibras de la médula espinal. Cada persona tiene sus motivaciones para seguir un tipo u otro de dieta, pero conviene tener en cuenta que el ser humano no es un animal herbívoro, ni su aparato digestivo ni su metabolismo están adaptados a alimentos únicamente vegetales, y durante toda nuestra historia como especie hemos consumido, y lo seguimos haciendo, vegetales y animales, y renunciar a una parte importante de nuestra dieta puede llevar a desequilibrios nutricionales.

¿Por qué es buena la fibra para los diabéticos?

Se denomina fibra a los hidratos de carbono que hay en algunos alimentos vegetales que el intestino humano no puede absorber. Tiene efectos beneficiosos sobre el tubo digestivo, mejora el tránsito intestinal reduciendo tanto la diarrea como el estreñimiento, y puede retrasar la absorción de colesterol y azúcares. Sin embargo, algunos de los efectos vistos en la fibra soluble o insoluble solo se han apreciado con altas cantidades, imposibles de alcanzar con alimentos naturales. Por eso las recomendaciones sobre fibra no son diferentes en la diabetes y en la población general, recomendándose en general 35 gramos de fibra diaria. Esto se obtiene a base de verduras, legumbres, frutas y cereales integrales.

Hay muchas sustancias englobadas dentro del término “fibra” o “fibra dietética”. En general se agrupan en fibra soluble, que son aquellas sustancias con más efecto sobre la absorción de glucosa, y fibras insolubles, que actúan sobre todo sobre el bolo fecal.

¿Necesitan los diabéticos suplementos en su dieta?

No los necesitan. Un suplemento es un componente alimenticio que una persona por diferentes motivos necesita por encima de las recomendaciones habituales. Puede ser porque tiene dificultades en su absorción, o porque tiene excesivas pérdidas, o porque su dieta sea deficitaria en algún componente. En la diabetes no se ha demostrado, a día de hoy, que la suplementación con ninguna sustancia tenga ningún efecto positivo, ya sea con vitaminas A, E, D, selenio, cinc, u otros minerales u oligoelementos.

¿Cómo ha de distribuirse la alimentación?

Esta pregunta puede interpretarse de dos maneras: distribución de nutrientes o distribución horaria.

En cuanto a nutrientes, aproximadamente el 15% de las calorías corresponden a proteínas. Por otro lado, las grasas saturadas deben ser menos del 10%, y las grasas poliinsaturadas alrededor del 10%, lo cual deja un 65%-70% para repartir entre hidratos de carbono y grasas monoinsaturadas (como el aceite de oliva). En este último punto no se pueden dar recomendaciones generales, se debe considerar los gustos personales, las costumbres, la presencia o no de obesidad, de enfermedad cardiovascular, y otros factores.

En relación con el horario, la distribución en 5 o 6 comidas de forma general no tiene mucho apoyo científico. De nuevo deben considerarse gustos, costumbres, horario de trabajo, actividad física, y otras consideraciones individuales. Algunos tipos de tratamiento, fundamentalmente las insulinas, pueden condicionar el reparto de hidratos de carbono a lo largo del día para evitar oscilaciones de los niveles de glucosa. Aunque la filosofía general es intentar adaptar el tratamiento a la dieta de la persona y no al revés, en ocasiones esto no se puede porque la cinética de los fármacos es a veces muy rígida.

Si tomo pastillas, ¿puedo comer de todo?

No, el cumplimiento de la dieta es parte fundamental del tratamiento, las pastillas serán mucho menos efectivas si la dieta no se cumple, la enfermedad progresará más rápidamente y será necesario posiblemente iniciar antes la insulina, los factores de riesgo cardiovasculares serán más elevados y en general serán más difícil alcanzar los objetivos del tratamiento.

EJERCICIO

¿Por qué tengo que seguir haciendo ejercicio si ya sigo una dieta?

El ejercicio físico realizado de forma razonable es recomendable en cualquier persona, no solamente como fuente de salud sino como actividad lúdica, recreativa y de entretenimiento. El objetivo es que aquel que ya realizaba ejercicio físico lo pueda seguir haciendo a pesar del tratamiento de la diabetes, y que quien no lo hacía, lo pueda iniciar, sobre todo en diabetes tipo 2 asociadas a sobrepeso u obesidad, donde el sedentarismo juega un papel importante en el mantenimiento y la progresión de la enfermedad.

¿Debo aumentar los controles de glucemia cuando hago ejercicio?

Depende del tratamiento que lleve. Estando con insulina o con algunos antidiabéticos orales hay riesgo de hipoglucemia porque los músculos consumen glucosa. Por ese motivo conviene medir la glucosa al inicio y al final de la actividad y, si ésta fuera muy prolongada, también en algún tiempo intermedio. Conviene estar atento a posibles síntomas de hipoglucemia, y llevar algún hidrato de carbono para prevenirla o tratarla, que en función del tipo de ejercicio puede ser una barrita de cereales, un brik de zumo, etc. También conviene vigilarse en el período posterior al ejercicio, porque es cuando los músculos reponen su almacén de energía consumiendo la glucosa de la sangre, y se pueden producir hipoglucemias a pesar de estar en reposo.

Si no se está tomando insulina o medicación que predispone a la hipoglucemia no es necesario hacer controles especiales salvo excepciones como ejercicio extremo en el que se pueden producir hipoglucemias igualmente.

¿Qué tipo de ejercicio puedo hacer?

De forma general se recomiendan tanto ejercicios aeróbicos (los que entrenan el aparato circulatorio, tales como carrera, ciclismo, o natación), como los de resistencia, que son los de pesas, mancuernas, o máquinas de gimnasio. Ambos tienen efectos positivos sobre la diabetes. Aumentan la masa muscular y favorecen el efecto de la insulina. La elección del tipo de deporte depende de gustos, habilidades, costumbres y entrenamiento previo.

En presencia de algunas complicaciones específicas se desaconseja ciertos tipos concretos de ejercicio, por ejemplo, si se tiene retinopatía avanzada hay que evitar aquellos esfuerzos que aumenten la presión del tren superior, como levantar grandes pesas o halterofilia, porque pueden precipitar una hemorragia vítrea. Si se tiene falta de sensibilidad en los pies por neuropatía diabética conviene evitar ejercicios de impacto que impliquen salto o traumatismos. En presencia de hipoglucemias severas frecuentes o hipoglucemias inadvertidas hay que evitar ejercicios de riesgo como escalada, o submarinismo.

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

¿Cómo puedo saber si el tratamiento está siendo efectivo?

La efectividad de los tratamientos para la diabetes se puede medir en función de los niveles de glucosa en sangre, intersticial (sensor) capilar (tiras de autocontrol) y también mediante la determinación de la hemoglobina glicosilada. La hemoglobina es una sustancia que hay en el interior de los glóbulos rojos cuya principal función es la de transportar oxigeno desde los pulmones a todo el organismo. La hemoglobina es una proteína con una peculiaridad que es la de unirse de forma irreversible a la glucosa de la sangre, siendo esta unión proporcional a la concentración de la glucosa. Dado que la vida media de los glóbulos rojos es de 120 días, la determinación de la hemoglobina glicosilada nos da información acerca de los niveles de glucosa en sangre de los últimos 2-3 meses. Se considera que un paciente con diabetes tiene un buen control glucémico cuando el valor de la hemoglobina glucosilada está por debajo de un nivel que es personalizado en función de su situación clínica y que su médico debe individualizar. Además del nivel de HbA1c hay que valorar otros parámetros como la variabilidad glucémica, frecuencia o tiempo en hipoglucemia. Por otro lado, en las personas con diabetes además de pretender conseguir un adecuado control de la glucosa en sangre deben intentar alcanzar un buen control de un conjunto de parámetros (Peso, colesterol HDL –LDL, TA…etc.), cada uno de los cuales tiene una importancia capital para evaluar la buena evolución de la enfermedad. Hay que huir de la idea de que la diabetes es sólo un problema de glucosa: la diabetes es una enfermedad vascular en su conjunto, además de un trastorno metabólico. Por ello, situar cada uno de esos parámetros en valores lo más cercano posible a los normales es lo que garantiza evitar problemas a corto, medio y largo plazo.

Evidentemente, la dieta y el ejercicio son medidas terapéuticas esenciales para lograr estos objetivos. Si no se consiguen con estas medidas, habrá que acudir a los fármacos.

¿Qué debo saber del tratamiento que estoy tomando?

El paciente con diabetes debe saber acerca de los medicamentos que está tomando: su nombre, para qué sirven (disminuir la glucosa en sangre, bajar la presión arterial, reducir el colesterol...), como actúan (aumentando la liberación de insulina por el páncreas, mejorando el aprovechamiento de la insulina, retrasando la absorción de la glucosa en el intestino...), como se toma (número de veces al día, horario, relación con las comidas...) y sus principales efectos perjudiciales (capacidad de bajar excesivamente la glucosa en sangre (hipoglucemias), aumento de peso, diarreas...). En caso de no disponer de toda esta información se le puede pedir al médico, al farmacéutico o a la enfermera, quienes estarán encantados en facilitarla. Para ello será necesario, en caso de no conocerlo, dar a conocer en que consiste la diabetes, el papel de la insulina y de la glucosa en el organismo, la influencia de la alimentación y del ejercicio; así como las posibles consecuencias del exceso de glucosa en sangre al cabo del tiempo. Una cuestión que en muchas ocasiones se plantea es la duración que debe tener el tratamiento, el cual en principio y de manera general, es indefinido. También es importante saber que en ningún caso debe hacer el propio paciente modificaciones en las dosis o las pautas, a menos que haya sido adiestrado para ello, como ocurre en algunos casos en que el paciente puede modificar la dosis del tratamiento en función de los valores de glucosa en sangre o del ejercicio que haya realizado o de lo que haya comido. Por lo tanto y en resumen las cosas que los pacientes deben conocer acerca de su tratamiento son:

  • Nombre del fármaco.
  • Efectos que produce. Posología.
  • Acción y duración del fármaco.
  • Necesidad de tomarlo o administrarlo antes, durante o después de las comidas, y el porqué.
  • En el caso de los hipoglucemiantes orales o la insulina, conocer sus efectos secundarios (por ejemplo, la hipoglucemia), reconocer los síntomas y saber su tratamiento y prevención.
  • Hacer partícipes de toda esa información a los familiares o amigos más cercanos, para que sepan cómo deben actuar ante una posible situación aguda.
  • Conviene ir identificado para que, en caso preciso, el tratamiento necesario no se retrase

¿Hay plantas medicinales para tratar la diabetes?

La mejor «planta» medicinal sigue siendo una dieta equilibrada, ajustada a las necesidades de cada persona y controlada en su composición en azúcares, junto con la práctica de ejercicio físico de forma regular y el cumplimiento del tratamiento farmacológico indicado.

Existen diversas especies vegetales a las que se les atribuyen propiedades reductoras de la glucemia. La mayoría de las veces se trata sólo de usos tradicionales, pero en algunos casos se dispone de evidencia clínica que avala dicha acción. Así, la goma guar, el algarrobo y las vainas de judía disminuyen la absorción de los hidratos de carbono (azúcares), y las semillas de alholva estimulan la secreción de insulina por el páncreas. De todos modos, su acción no es tan potente como la de los medicamentos, y no deben constituir el tratamiento base de la diabetes y tampoco deben interferir en el cumplimiento del tratamiento prescrito por el médico, ni con la dieta y el ejercicio que todo diabético debe realizar. Además, su utilización ha de ser conocida y controlada por el médico o el farmacéutico. En medicina existe la máxima de que cualquier tratamiento para tratar o curar una enfermedad tiene que ser previamente testado y avalado y seguir unos protocolos específicos que lleven a su aprobación por parte de las autoridades sanitarias. Actualmente no se dan las condiciones que certifiquen la utilidad de unas determinadas plantas medicinales que pretenden mejorar o curar la diabetes. Al respecto cabe tener en cuenta dos consideraciones: - Muchas veces tras el inicio de una diabetes tipo1 o tipo 2 sigue existiendo una cierta reserva de insulina en el páncreas que continua actuando, sobre todo si se está realizando algún tratamiento (dieta más algún fármaco o incluso insulina); si en ese momento el paciente añade alguna planta medicinal al tratamiento, podría concebir la falsa esperanza de que la mejoría del cuadro se debe sólo a esa planta y poner toda su fe en ella, cuando eso no es así. - Los profesionales hemos sido testigos de casos de pacientes que, precisamente por lo que acabamos de exponer, han abandonado el tratamiento convencional y han iniciado un tratamiento con plantas medicinales, que supuestamente ha sido eficaz durante unos meses. Sin embargo, ello se debe no tanto a la eficacia de la planta en concreto como a la fase de «luna de miel», mejoría temporal, que se da a veces en las semanas o meses posteriores al comienzo de la diabetes. La segunda parte de la historia es que al abandonar el tratamiento farmacológico estos pacientes han ingresado con descompensaciones por grandes elevaciones de la glucosa (azúcar) en sangre que han puesto en peligro sus vidas. Resumiendo: la mejor «planta» medicinal sigue siendo una dieta equilibrada, ajustada a las necesidades de cada persona y controlada en su composición en azúcares, junto con la práctica de ejercicio físico de forma regular y el cumplimiento del tratamiento farmacológico indicado.

¿Se puede cambiar la hora de tomar las pastillas o de poner la insulina?

Se recomienda preguntar siempre a su médico antes de cambiar cualquier horario.

En la mayoría de los pacientes con diabetes para que sea más efectivo el tratamiento antidiabético oral o la insulina hay que respetar el horario de su administración. Por ejemplo, los antidiabéticos orales que estimulan la secreción de insulina por el páncreas o aquellos que retrasan la absorción de los hidratos de carbono (azúcares) deben tomarse siempre antes de las comidas principales En medicamentos que tengan una acción más larga quizás la hora no sea un aspecto tan crucial, pero es aconsejable establecer una rutina para favorecer el cumplimiento.  El tratamiento con insulina rápida o mezclas no debe ni retrasarse ni adelantarse al tiempo recomendado ya que ello puede conducir a la aparición de excesivas elevaciones o bajadas de la glucosa en la sangre. Por lo tanto, es de vital importancia en el tratamiento de la diabetes hacer un estricto cumplimiento de los horarios en que se realizan las comidas, se practica ejercicio y se administran los medicamentos. Algunas insulinas lentas hoy en día (Tresiba) permiten la flexibilidad de administración horaria, pero es aconsejable establecer una rutina para favorecer el cumplimiento y evitar errores.

¿Tienen los antidiabéticos no insulínicos efectos adversos?

Todos los medicamentos pueden provocar efectos adversos, sobre todo si son mal utilizados. En general, los efectos adversos aparecen en pocas ocasiones y revisten escasa importancia, pero el diabético debe conocerlos para detectarlos y, si es posible, prevenirlos. El efecto adverso más importante es la hipoglucemia (azúcar en sangre demasiado bajo). Los fármacos que estimulan la producción de insulina (sulfonilureas, secretagogos de acción rápida) pueden causarla si no se toman alimentos suficientes o si se hace un exceso de ejercicio. La metformina, pioglitazona, acarbosa, miglitol iSGLT2, A-GLP1 e iDPP4, por sus mecanismos de acción, no suelen producir hipoglucemia, salvo que se utilicen junto con alguno de los fármacos que estimulan la producción de insulina o asociados a ésta. Algunos antidiabéticos pueden ocasionar molestias gastrointestinales, sobre todo al comienzo del tratamiento, pero suelen desaparecer con el tiempo. El paciente que experimente molestias no debe dejar de tomar la medicación, y deberá consultar a su médico o farmacéutico. A continuación, repasaremos los efectos secundarios más frecuentes de cada grupo de antidiabéticos:

  • Secretagogos de insulina (sulfonilureas, meglitinidas): Su efecto adverso típico es la hipoglucemia. También aumentan de peso.
  • Metformina: El efecto secundario más habitual es la intolerancia intestinal (diarrea, náuseas y dolor abdominal). La aparición de intolerancia intestinal es menos frecuente si se inicia el tratamiento con una dosis baja y se sube lentamente hasta llegar a la dosis objetivo. Está contraindicada en pacientes con enfermedades que afectan al funcionamiento del riñón y del hígado, y también en los alcohólicos por riesgo de acidosis.
  • Pioglitazona: Aumento de peso y retención de líquidos, por lo que está contraindicada en pacientes con enfermedades que alteren el funcionamiento del corazón (insuficiencia cardiaca). También puede producir osteoporosis con un riesgo aumentado de desarrollo de fracturas.
  • Inhibidores de las alfaglucosidasas (acarbosa y miglitol). Pueden ocasionar molestias intestinales, como digestiones pesadas, hinchazón abdominal, náuseas o diarrea.
  • iSGLT2: Infecciones genitourinarias, hipovolemia, cetoacidosis.
  • A-GLP1: efectos digestivos, alteración velocidad absorción fármacos, reacción cutánea.

INSULINA

¿Qué debo tener en cuenta al utilizar insulina?

Es preciso conocer perfectamente el manejo de los dispositivos y la técnica de administración. Algunos aspectos esenciales para la correcta utilización de la insulina son los siguientes:

  • La insulina debe guardarse en la nevera, excepto el dispositivo o vial que se esté usando, que se conservará en lugar fresco a una temperatura inferior a 30 ºC durante un máximo de 4 semanas.
  • El dispositivo debe purgarse para eliminar el aire y ha de agitarse suavemente para no producir burbujas.
  • El farmacéutico debe asegurarse de que el paciente conoce perfectamente el ajuste de la dosis que administrar en cada momento.
  • No es recomendable utilizar las agujas más de una vez.

El tratamiento con insulina incrementa el riesgo de hipoglucemias: el paciente tiene que saber reconocerlas y cómo actuar para recuperarse.

Fundamentos científicos: Diversos estudios demuestran que las personas que utilizan insulina a menudo siguen una ejecución incorrecta de la técnica y cometen errores en los diversos pasos. Esto reviste gran importancia, pues, dependiendo del error, puede afectar a la concentración y la dosis de insulina que se inyectan. Por ejemplo, una incorrecta homogeneización del vial puede hacer que las dosis sean imprevisibles, desde ponerse prácticamente sólo el excipiente en algunas ocasiones hasta inyectarse insulina en altas concentraciones en otras. Curiosamente, se hace mucho hincapié en las dosis y, en cambio, no se evalúa la correcta ejecución de la técnica. A fin de que profesionales y farmacéuticos digamos lo mismo, vamos a repasar los pasos que deben seguirse:

  • Asegurarse de la fecha de caducidad del vial antes de iniciarlo.
  • En las insulinas NPH o mezclas, mover el vial hasta su correcta homogeneización. Una técnica correcta consiste en moverlo como el limpiaparabrisas de un coche 20 veces.
  • Marcar la dosis.
  • Hacer un pliegue para clavar e inyectar la aguja con un ángulo de 90º.
  • Soltar el pliegue y sujetar el vial con una mano para que no se mueva la aguja del lugar de inyección.
  • Inyectar lentamente la insulina hasta el final.
  •  Una vez inyectada la dosis, esperar 10 segundos antes de sacar la aguja de la piel.
  • Retirar la aguja y oprimir (y no masajear) la zona otros 10 segundos.
  • Cambiar la aguja en cada inyección. Cada vez que se cambia, hay que marcar y desechar dos unidades para «purgar».
  • No utilizar un vial más de 4 semanas.
  • Guardar la insulina en lugar fresco y seco, protegiéndola de la luz solar directa y de los cambios bruscos de temperatura.
  • Observar las zonas de inyección para asegurarse de que no hay zonas endurecidas o enquistadas, lipoatrofia o lipodistrofia, zonas eritematosas, etc.
  • Guardar una distancia de 2-3 cm de un pinchazo a otro para no cargar la misma zona

¿Qué parte del cuerpo es mejor para inyectarse la insulina?

Las zonas idóneas, porque permiten la autoadministración, son el vientre (evitando las inmediaciones del ombligo), los glúteos, los laterales de los muslos y los laterales de los brazos. Los pinchazos deben distanciarse entre sí más de 2 cm y hay que cambiar diariamente los puntos de inyección para evitar que se produzca el «callo diabético». Una vez que se ha mezclado bien la insulina, la aguja debe entrar perpendicularmente en el pliegue cutáneo (inyección subcutánea). No es necesaria la desinfección previa de la zona, ni tampoco el masaje posterior a la inyección. Debe saberse que la insulina tiene distinta velocidad de absorción según las distintas zonas donde se inyecte: es máxima en el abdomen y mínima en el muslo o la nalga. El masaje o el calor en la zona de inyección aumentan la velocidad de absorción. No existen unas zonas mejores que otras. Aunque la insulina se podría inyectar en otros lugares del cuerpo, las zonas recomendadas son la cara anterior de los brazos, el abdomen, la cara anterior de las piernas y la zona superior y lateral de los muslos. Lo que sí deben saber las personas con diabetes es que la absorción de la insulina es más rápida en unos lugares que en otros. Así, es más rápida en el abdomen y los brazos, y más lenta en las piernas y los glúteos. Cada paciente debe seguir las recomendaciones que le indique su equipo asistencial y, en ausencia de ellas, debe saber que hay que respetar las zonas en las inyecciones que se realizan a la misma hora. Por ejemplo, si una persona se pincha por las mañanas en el abdomen, todas las mañanas debe pincharse en el abdomen; lógicamente, la rotación significa que, dentro de cada zona, modifica el lugar de inyección.

COMPLICACIONES

Cómo sé si un desmayo es por hipoglucemia o por hiperglucemia

La hipoglucemia es un descenso excesivo de glucosa en la sangre (<70 mg/dl) que se produce por una o más de las siguientes causas: un exceso de insulina o de medicación oral, una alimentación insuficiente o un ejercicio muy intenso. Se manifiesta con sensación de hambre, sudoración abundante, palpitaciones, temblor, debilidad, dificultad al hablar, confusión y pérdida de la conciencia.

La hiperglucemia (glucosa en sangre demasiado elevada) puede ocasionar un desmayo cuando su valor es muy elevado, sobre todo si además se acompaña de una cetosis, que consiste en un aumento de una sustancia tóxica en la sangre llamada cetona, lo cual es debido a una carencia de insulina muy intensa. Esto puede producirse por el abandono del tratamiento (insulina o fármacos orales) o también por la presencia de enfermedades que puedan elevar los valores de la glucosa y por lo tanto también las necesidades de insulina, como ocurre sobre todo en el caso de tener una infección, además de situaciones de deshidratación. La cetona es tóxica para el organismo y se eliminan por la orina, a la que dan un olor característico. Cuando hay una hiperglucemia se intensifica la necesidad de orinar y de beber, con riesgo de deshidratación. En las situaciones graves, la sangre se acidifica, lo que puede conducir al coma y a la muerte. Los síntomas de la hipoglucemia difieren mucho de los de la hiperglucemia y raramente pueden confundirse con ellos. Además, para que se produzca una pérdida de conocimiento por una hiperglucemia, se han de alcanzar valores de glucemia muy elevados. Por lo tanto, en principio y salvo que se demuestre lo contrario, ante toda persona con diabetes y tratamiento (insulina y/o hipoglucemiantes orales) se debe sospechar una hipoglucemia.

Ante una pérdida de nivel de conciencia debe avisar a servicios de emergencia urgentemente. Además, LO IDEAL es realizar una determinación del valor de la glucosa en sangre capilar (puncionando el dedo) con un glucómetro para confirmar hipoglucemia. En caso de que no se disponga de él, y siempre que mantenga nivel de conciencia, tomar 15 g de azúcar (2-3 azucarillos) diluido en agua o 1 vaso de zumo (como si fuese una hipoglucemia) y repetir a los 15min para repetir operación si no ha recuperado normoglucemia. En caso de pérdida de nivel de conciencia se recomienda la administración de Glucagon parenteral.

¿Qué alteraciones produce la diabetes en el organismo?

Puede provocar complicaciones a corto plazo (COMPLICACIONES AGUDAS: descompensación hiperglucemica, Síndrome hiperosmolar, Cetoacidosis) y a largo plazo (COMPLICACIONES CRONICAS, micro y macrovasculares). Para aprender más sobre cada una recomiendo ir al apartado correspondiente desarrollado.

En general, las complicaciones que produce la diabetes en el organismo son proporcionales a los niveles de glucosa del paciente y a los años de evolución. Se puede decir que la hiperglucemia (niveles elevados de azúcar en sangre) es un «tóxico»: por tanto, dependiendo del grado de «exposición» en cantidad y en tiempo a ese «tóxico», las manifestaciones serán menores o mayores. Aunque esta regla no es aplicable al 100% de los pacientes, sí lo es para la inmensa mayoría. Hay que señalar que la glucosa no es la única responsable de todas las complicaciones. La diabetes es una enfermedad que muchas veces también se acompaña de exceso de peso, hipertensión arterial y elevación del colesterol y los triglicéridos entre otras las complicaciones. Muchos estudios han demostrado que el perjuicio que producen la tensión arterial y valores de colesterol elevados es similar al que tiene la propia elevación de la glucosa. También hay que añadir que, en la medida en que la glucosa está elevada, esta a su vez puede elevar los valores de triglicéridos y perjudicar a la coagulación. Sin olvidar el importante papel que desempeñan el sobrepeso y la obesidad en las complicaciones, dado, además, que un 75% de los pacientes diabéticos tipo 2 presentan obesidad

¿Qué complicaciones graves tiene la diabetes a largo plazo?

(se recomienda leer el apartado recomendaciones crónicas)

En función de si se afectan arterias de pequeño o gran calibre, las complicaciones se clasifican en 2 grupos:

El primer grupo de pequeño calibre, se llaman MICROVASCULARES, como las de la retina del ojo, las del riñón o las de los nervios. Están complicaciones veremos que afectan principalmente a la calidad de vida del paciente.

Por grupos se clasifican en: Microangiopáticas: por afectación de los vasos sanguíneos pequeños – Retinopatía diabética: afectación de los ojos – Nefropatía diabética: afectación del riñón – Neuropatía diabética: afectación de los nervios

El 2º grupo, son la que afectan a arterias de mayor calibre, se llaman MACROVASCULARES y son las del corazón, el cerebro y extremidades, y veremos también que éstas, además de afectar a la calidad de vida del paciente, pueden influir en su supervivencia.

Por grupos se clasifican en– Cardiopatía isquémica: afectación del corazón – Enfermedad cerebrovascular: afectación del cerebro – Enfermedad vascular periférica: afectación de la circulación de las piernas

Tengo diabetes: ¿Qué debo hacer para cuidar mis ojos?

Una de las posibles complicaciones que pueden llegar a desarrollar los diabéticos es la afectación de los ojos, más concretamente de la retina, por lo que se denomina retinopatía diabética. La diabetes es la principal causa de ceguera en los países desarrollados como consecuencia de la retinopatía. Se estima que el riesgo de los pacientes diabéticos de sufrir ceguera es 5 veces superior al de la población general. El riesgo de desarrollar retinopatía también depende de la cantidad de años de evolución de la diabetes, de manera que, en el momento del diagnóstico de la diabetes, tan solo el 5% de los pacientes presentan retinopatía; a los 10 años, ese índice puede ser del 40-50%, y a los 20 años el porcentaje de pacientes diabéticos con retinopatía puede alcanzar el 90%. Sin embargo, conviene saber que el riesgo de retinopatía se puede reducir en gran medida mediante el buen control de la enfermedad, de modo que si el control de la glucemia y de la presión es adecuado el riesgo de presentar afectación ocular es mucho menor. Además, también conviene saber que si se diagnostica la retinopatía en fases iniciales puede ser tratada y el riesgo de llegar a perder la visión es mucho menor. Es por ello que se aconseja realizar revisiones oculares a todos los diabéticos tipo 2 desde el diagnóstico y a los tipo 1 a partir de los 5 años desde el diagnóstico. Estas revisiones deben incluir la exploración de la agudeza visual, la presión intraocular y el examen del fondo de ojo, para observar cómo está la retina. El fondo de ojo se puede examinar de manera directa mediante un oftalmoscopio o también mediante la realización de una fotografía de la retina mediante un retinógrafo. La frecuencia de las revisiones oculares en personas con diabetes, pero sin retinopatía debe realizarse con una periodicidad anual o bianual, mientras que en los que ya tienen retinopatía las revisiones deben ser más frecuentes. Una vez que ya se ha desarrollado la retinopatía existen múltiples tratamientos que pueden evitar la progresión de la enfermedad como son la aplicación de rayos láser, la vitrectomía o la infiltración intraocular de medicamentos que detienen el crecimiento anormal de vasos sanguíneos en la retina. Por lo tanto, es muy importante conseguir un buen control de la glucemia y de la presión arterial, así como la realización de exploraciones oculares periódicas con el fin de reducir al máximo el riesgo de poder desarrollar una pérdida de la visión.

¿Puedo quedarme ciego por culpa de la diabetes?

La lesión de pequeños vasos como los que se encuentran en la retina es frecuente en pacientes con diabetes.  Se considera que la diabetes es la principal causa de ceguera en países desarrollados, siendo el riesgo de ceguera cinco veces superior al de no diabéticos.

El tiempo de evolución de la diabetes se relaciona con el riesgo de afectación de la retina (retinopatía diabética), siendo infrecuente al diagnóstico y aumentado progresivamente (a los 10 años es del 40-50 %). Sin embargo, los pacientes pueden reducir considerablemente la aparición y progresión de la enfermedad ocular mediante el buen control de la glucemia y de la tensión arterial.

Diagnosticar precozmente esta afectación mediante el estudio oftalmológico de la agudeza visual y del fondo de ojo es fundamental para evitar el avance de la enfermedad.  Por ello, su médico le remitirá a valoraciones oftalmológicas periódicas. En caso de precisar tratamiento, las opciones se basan en la aplicación de láser, vitrectomías o infiltraciones intraoculares de fármacos que impiden el crecimiento anormal de vasos en la retina.

¿Cómo puedo evitar las enfermedades cardiovasculares si sufro diabetes?

Puede evitarlas controlando los factores que predisponen a dichas enfermedades, los denominados factores de riesgo. Estos factores engloban la diabetes, hipertensión arterial, dislipemia (colesterol, triglicéridos), obesidad (especialmente obesidad abdominal), ácido úrico elevado y tabaquismo. En concreto, la diabetes, en numerosos estudios se equipará con el riesgo de enfermedad cardiovascular de un paciente que ya ha sufrido un infarto de miocardio.

Las elecciones que realiza a diario sobre los alimentos que come y su forma de vida tienen un gran impacto en sus factores de riesgo cardiovascular.  Es fundamental adoptar unos hábitos de vida saludables basados en la abstención del hábito tabáquico y del alcohol, medidas dietéticas de alimentación sana y equilibrada (consumo de frutas y verduras, granos integrales, limitando la ingesta de carnes y de alimentos ricos en grasa) y en la práctica de ejercicio físico moderado de forma regular.

Su médico evaluará de forma periódica sus factores de riesgo cardiovascular e iniciará tratamiento farmacológico si fuera necesario. Generalmente se recomiendan niveles de hemoglobina glicosilada (glucemia media de los últimos 2-3 meses) por debajo del 7%, tensión arterial por debajo de 140/90 mmHg, niveles de colesterol LDL (“colesterol malo”) inferiores a 100 mg/dl y de triglicéridos menores a 150 mg/dl.

¿Puede la diabetes producir impotencia?

El 55% de los hombres con diabetes con edades comprendidas entre los 40-70 años sufren disfunción eréctil (impotencia). La causa más frecuente es la afectación de los nervios periféricos, la neuropatía diabética. Sin embargo, también se han asociado otros factores, psicológicos, circulatorios o relativos al tratamiento.

La disfunción eréctil es la dificultad de conseguir una erección que permita mantener una relación sexual satisfactoria. Éste y otros problemas de la esfera sexual (dificultad para la eyaculación o para alcanzar el orgasmo) se pueden prevenir o retrasar con el control glucémico y de otros factores como la hipertensión arterial y los niveles elevados lípidos en sangre. Las mujeres con diabetes también pueden presentar problemas como disminución de libido o sequedad vaginal, en el caso de ellas el factor psicológico suele ser importante.

Entre los tratamientos actuales para la disfunción eréctil destacan los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (Viagra®, Levitra®, Cialis®), los mecanismos de vacío, la inyección de alprostadil (Caverject®) o la colocación de una prótesis dentro del pene en casos avanzados.

¿Debo utilizar calzado especial?

Generalmente los pacientes con diabetes no necesitan utilizar calzado especial. Las recomendaciones generales sobre el calzado más adecuado para la población general son las siguientes: los zapatos deben ser cómodos, de piel, anchos (sin apretar ni quedar flojos), con poco tacón (3-5 cm, evitar tacón de punta fina),  cerrados por detrás,  con suela de goma gruesa con cámara de aire/gel  y sin costuras; los zapatos deportivos con suela de goma; es recomendable cambiar de zapatos al menos dos veces por semana; utilizar los zapatos nuevos de forma progresiva y revisar diariamente los zapatos con la mano en busca de aristas, costuras, pliegues o cuerpos extraños.

Únicamente aquellas personas que presenten deformidades en el pie u otras complicaciones como el síndrome de pie diabético (vasculopatía y/o neuropatía) pueden precisar calzado especial de ortopedia con algún tipo de prótesis o plantilla de descarga, incluso calzado a medida para pacientes con amputaciones. Este tipo de zapato deberá tener un ancho especial, fabricarse en piel de vaquetilla (fina) y carecer de costuras interiores, la suela de goma con cámara de aire y cordones para quedar sujeto al pie.

¿Por qué es importante el cuidado de los pies en las personas con diabetes?

La diabetes mellitus es la primera causa de amputación no traumática de extremidades inferiores. Éstas son más frecuentes en varones de más de 10 años de evolución de diabetes, con mal control y con otras complicaciones asociadas. Resulta imprescindible que las personas con diabetes reciban educación sobre cómo cuidar sus pies.

En el paciente con diabetes existen dos complicaciones crónicas que pueden poner en peligro la integridad de sus pies.  Por un lado, la arteriopatía periférica condiciona una disminución del aporte sanguíneo a las extremidades inferiores produciendo una “mala circulación” en el 12-23% de los diabéticos.  Por otra parte, la neuropatía diabética condiciona una disminución de la sensibilidad en los pies, con pérdida de reflejos musculares profundos y alteración de la biomecánica del pie. Por ello, en las personas con diabetes existe una mayor facilidad de ulceración e infección de las úlceras que puede conllevar amputaciones.

Los pies hay que revisarlos periódicamente para detectar la aparición de heridas, zonas enrojecidas o callosidades, para ello puede requerir un espejo o la ayuda de otra persona. Debe mantener una higiene adecuada: lavarlos cada día con jabón neutro, comprobando la temperatura del agua (<37 ºC), secándolos con cuidado y manteniendo la piel hidratada. Las uñas deben cortarse rectas, para evitar la “uña encarnada”. Es recomendable que acuda a un podólogo experto, especialmente si aparecen callosidades u otros problemas.

VIVIENDO CON LA DIABETES

¿Se puede curar la diabetes?

En este momento, la diabetes es una enfermedad crónica incurable.

Afortunadamente, el futuro es esperanzador por las múltiples líneas de investigación actuales. Destacar especialmente en relación a la diabetes tipo 1, el trasplante de islotes pancreáticos (grupos de células productoras de insulina) o el implante de células madre que darían lugar a nuevas células productoras de insulina. Otros tratamientos como el trasplante mixto de riñón y páncreas han demostrado eficacia en pacientes con diabetes y enfermedad renal avanzada, sin embargo, estos pacientes precisan medicamentos con efectos potencialmente graves para evitar el rechazo de los órganos. En casos aislados se está comenzando a utilizar el trasplante únicamente de páncreas. 

En relación a la diabetes mellitus tipo 2, se ha asociado la cirugía bariátrica (encaminada a la pérdida de peso) con la remisión de la diabetes, no sólo asociada a la pérdida de peso sino a cambios en la producción de hormonas gastrointestinales.

Creencias erróneas sobre la diabetes

Yo no puedo tener diabetes, ya que nunca como dulces.

El origen de la diabetes no está en la ingestión excesiva de dulces, sino en un mal funcionamiento del páncreas, que produce menos insulina, o en una falta de efecto de esta insulina.

Diabético es el que se pone insulina, yo sólo tengo «un poco de azúcar».

Una persona es diabética cuando cumple una serie de criterios diagnósticos: valores de glucosa en sangre superiores a 126 mg/dl en dos análisis consecutivos, valores superiores a 200 mg/dl después de dos horas una curva de glucosa, entre otros. De hecho, la mayoría de diabéticos se controlan con dieta y fármacos orales, y no necesitan tratamiento con insulina.

Yo tengo la diabetes de tipo 2, «que es buena»; «la mala» es la de tipo 1.

Los dos tipos de diabetes son «malos», porque pueden dar complicaciones cuando no se controla la enfermedad adecuadamente.

La insulina me puede dejar ciego.

La insulina no es tóxica para el organismo. Sin embargo, la diabetes mal controlada produce diversas complicaciones, que pueden afectar también a la retina (retinopatía diabética) y causar ceguera. En ocasiones, para cuando se inicia el tratamiento con insulina, ya es demasiado tarde y la retina está dañada.

No puedo comer pan, pasta, arroz ni patatas.

Toda persona con diabetes debe realizar una dieta variada y equilibrada. Únicamente se desaconsejan los azúcares de absorción rápida (bollería, azúcar de mesa…). El resto de hidratos de carbono (pan, arroz, pasta, patata, legumbres…) no están prohibidos, sino que constituyen parte importante de la comida. Su médico y enfermera le recomendarán la cantidad y distribución de estos alimentos.

Sólo la insulina puede producir bajadas de azúcar peligrosas.

Un desajuste entre la dosis de insulina, la ingestión de alimentos y el ejercicio puede provocar bajadas de azúcar (hipoglucemias). Por ello, cuando se inicia un tratamiento con insulina, el paciente ha de ser entrenado para evitar y tratar las hipoglucemias. Sin embargo, el tratamiento de la diabetes con algunos tipos de pastillas (sulfonilureas y meglitinidas) también puede provocar bajadas de azúcar.

Yo me encuentro bien, no necesito medicarme para la diabetes.

Desgraciadamente, la diabetes es una enfermedad engañosa: aunque la persona se encuentre bien, puede tener unos valores de glucosa en sangre elevados que estarán dañando muchos órganos, como el corazón, los ojos, los riñones o los nervios. El tratamiento de la diabetes va encaminado a mejorar el control para prevenir la aparición de sus complicaciones. No hay que esperar a encontrarse mal para iniciar el tratamiento.

Hice dieta unos meses y se me curó la diabetes.

La diabetes es una enfermedad crónica que requiere tratamiento de por vida. La dieta es el pilar fundamental del tratamiento de la diabetes, y muchas veces los valores de glucosa se normalizan por completo cuando el paciente ha seguido muy bien la dieta prescrita. Sin embargo, si el paciente abandona la dieta, aumentarán de nuevo los niveles de azúcar y la diabetes «reaparecerá».

¿Por qué es importante que los diabéticos se vacunen?

Los pacientes con diabetes forman parte del grupo de riesgo que se beneficia de vacunación contra el virus de la gripe anual y del neumococo (al diagnóstico de diabetes y a los 5 años) debido a la capacidad de ambos agentes infecciosos de producir enfermedades febriles potencialmente graves.

Se considera grupo de riesgo al paciente diabético porque las enfermedades infecciosas febriles complican el control glucémico: elevando los niveles de glucosa en sangre, produciendo deshidratación y, en ocasiones, disminución de apetito y de la ingesta.

Además, la diabetes debilita el sistema inmune y nos hace más vulnerables a las infecciones. Los niveles elevados de glucosa en sangre alteran el funcionamiento de las células encargadas de defendernos y favorecen el crecimiento de algunos microrganismos (especialmente hongos). Así, estos pacientes tienen más riesgo de sufrir infecciones de tejidos blandos como piel, sistema urinario, boca y vías respiratorias.

¿Cuándo es peligroso el alcohol para la persona con diabetes?

El alcohol puede inducir hipoglucemias, especialmente en pacientes con diabetes en tratamiento con insulina u otros antidiabéticos, por lo que es fundamental la educación en relación a su consumo.

El alcohol inhibe la producción hepática de glucosa. Esta glucosa producida por el hígado es la principal fuente de glucosa del organismo cuando estamos en ayunas. Por ese motivo, el alcohol aumenta el riesgo de hipoglucemias en ayunas, éstas son duraderas, con tendencia a la disminución de glucemia durante 4-6 horas tras la ingesta enólica.

Por otra parte, el alcohol anula los síntomas iniciales de una hipoglucemia (temblor, sudoración, palpitaciones…) al atenuar la respuesta beta-adrenérgica, haciendo que las hipoglucemias sean más graves por no haberse identificado precozmente.

Por otro lado, el alcohol tiene un aporte de calorías significativo (7 Kcal/g) que puede favorecer el sobrepeso, con sus consecuencias perjudiciales sobre la diabetes. Además, aumenta los triglicéridos en sangre.

El paciente diabético que consume alcohol, ha de hacerlo con moderación y conociendo muy bien su respuesta a él.  Se desaconseja su consumo en pacientes diabéticos con triglicéridos elevados o mal control diabético.

¿Influye el consumo de alcohol en la aparición de la diabetes?

El consumo excesivo de alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes al producir una inflamación crónica del páncreas (pancreatitis crónica), con lesión permanente y deterioro de su capacidad para segregar insulina (entre otras funciones), produciendo una diabetes secundaria.

Los pacientes diabéticos pueden tomar bebidas alcohólicas, pero con moderación. El consumo moderado de alcohol se define como 1-2 consumiciones diarias en varones y 1 en mujeres, correspondiendo una consumición a un vaso de vino de 150 mL, una cerveza de 330 mL o una copa de 40 mL de licor de 40º de alcohol.  Consumos superiores pueden producir toxicidad en múltiples aparatos y sistemas del organismo.

Además, hay que tener en cuenta que las calorías que proporciona el alcohol (7 kcal/g) se acumulan directamente en forma de grasa y que, aunque su consumo sea moderado, hacerlo puede elevar los triglicéridos en sangre y producir hipoglucemias en ayunas.

Algunos estudios han sugerido que el consumo moderado podría tener efectos beneficiosos en la reducción del riesgo cardiovascular, si forma parte de los hábitos del paciente y no hay otra contraindicación, puede permitirse, sin recomendarse de forma activa.

¿Fumar aumenta el riesgo de complicaciones de la diabetes?

El tabaco es un potente factor de riesgo cardiovascular y uno de los factores que más influyen en la aparición y avance de las complicaciones de la diabetes, debido a que sus compuestos químicos pueden lesionar vasos sanguíneos, músculos y otros órganos. Se ha asociado a un aumento de riesgo de complicaciones microvasculares (ojos, riñón) y macrovasculares (corazón, cerebro, extremidades inferiores) en pacientes diabéticos.

El tabaco, además, causa resistencia insulínica (ineficaz aprovechamiento de la insulina), aumentando el riesgo de diabetes incluso en pacientes con peso normal.  En embarazadas con hábito tabáquico también aumenta el riesgo de diabetes gestacional.

El consejo antitabaco ha mostrado ser efectivo para reducir el hábito, por lo que es importante insistir desde todos los sectores sanitarios y ofrecer ayuda para lograrlo.

¿Afecta la diabetes al rendimiento escolar de los niños?

Se puede afirmar que la diabetes, en general, no modifica el rendimiento escolar.

No obstante, tanto la capacidad de concentración como la intensidad de la actividad física pueden disminuir en situaciones de hipoglucemia.

Por ello, para un niño diabético es importante que sus actividades diarias sean lo más regulares posible, tanto en intensidad como en horarios. La infancia es el momento adecuado para que un diabético aprenda las habilidades necesarias para el cuidado de su salud.

La hiperglucemia puede tener algunos efectos sobre la capacidad física: cansancio excesivo, calambres musculares, «nerviosismo» y necesidad de orinar con más frecuencia.  Sin embargo, los síntomas y limitaciones son más evidentes en hipoglucemia, los niveles bajos de glucosa producen alteraciones en el sistema nervioso central (cerebro) y sistema circulatorio que afectan al nivel de atención, actividad y concentración, y no se solucionan hasta que la glucemia se ha recuperado.

El profesorado del niño es necesario que reciba un entrenamiento básico sobre diabetes y el uso de glucómetros, insulina y glucagón. Además, todos los niños con diabetes deben tener fácil acceso en la escuela a su glucómetro, insulina y alimentos.

Una etapa especialmente delicada en el manejo de la diabetes es la adolescencia, por la necesidad de independencia de los padres y el rechazo habitual hacia la enfermedad. Es necesario facilitar apoyo, comprensión y supervisión para conseguir la aceptación de esta patología.

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