Anemia se define como el descenso en el nivel de hemoglobina, estructura que se encuentra en el interior de las células rojas que circulan en la sangre y que tiene como misión fundamental transportar y aportar oxígeno a todas las células del cuerpo humano. Cuando una célula no recibe el aporte suficiente de oxígeno sufre y se deteriora, pudiendo incluso llegar a destruirse, situación que se conoce como hipoxia. De ahí la importancia que tiene para las personas disponer de un adecuado nivel de hemoglobina.
Las cifras de hemoglobina necesarias varían según edad y sexo y también en circunstancias fisiológicas como el embarazo. Así hablamos de anemia cuando los niveles de hemoglobina, medidos mediante una prueba de laboratorio conocida como hemograma, son en el varón inferiores a 13 mg/dl, en la mujer inferiores a 12 mg/dl y especialmente en la mujer embarazada inferiores a 11 mg/dl. En los niños los valores varían en función de la edad, siendo necesario utilizar tablas ajustadas al nivel de desarrollo.
Son varias las causas que pueden conducir a presentar anemia. Sin duda, las más frecuentes son las carencias de vitaminas utilizadas para la formación de la sangre. El déficit más frecuente es el de hierro (1.6 % de la población en España), siendo las carencias de folatos y de vitamina B12 o cobalamina mucho más raras. Los factores que determinan cada una de ellas van a variar en función de la edad.
Así en los niños el déficit vitamínico más frecuente es la falta de hierro motivada por el mayor consumo fisiológico de este mineral (crecimiento) y/o una alimentación inadecuada. En las mujeres en edad fértil (con menstruación) la carencia más frecuente es también la de hierro determinada por las pérdidas fisiológicas de la regla, junto con dietas de aporte insuficiente.
En las mujeres embarazadas, junto a una frecuente carencia previa de hierro, se suman las mayores necesidades que siempre supone el gestar un bebe sano. Por el contrario, en los varones adultos, si bien la anemia que más frecuentemente padecen es también la anemia por falta de hierro, la causa que la determina no es el aporte insuficiente sino unas pérdidas excesivas generalmente causadas por enfermedades del tubo digestivo que provocan sangrados.
En los mayores, independientemente del sexo, las anemias más frecuentes son las anemias carenciales mixtas (de hierro y de otras vitaminas como los folatos y la cobalamina) causadas por dietas insuficientes en vitaminas, aunque a veces se asocian lesiones corporales que producen sangrados y pérdida de hierro.
Por todo esto, el hierro es el determinante más importante para dotar a las células rojas de la sangre de hemoglobina. Sus niveles en el cuerpo humano dependen de un equilibrado balance entre el aporte proporcionado por la dieta y el gasto causado por el consumo (crecimiento, embarazo etc.) y las pérdidas determinadas por los sangrados (menstruación, enfermedades, cirugía etc.).
Para evitar la anemia deberemos:
1º Prevenir: Manteniendo una dieta saludable adaptada a la edad y situación biológica
- Dietas ricas en hierro. El hierro ingresa en el organismo sólo a través de la dieta. Una dieta normal aporta entre 1-1.5 mg día. La cantidad de hierro que normalmente se pierde por descamación de piel, mucosas, uñas, pelo etc. oscila entre 1-2 mg día y por ciclo de menstruación aproximadamente 16 mg día. Si las necesidades diarias de hierro oscilan entre 8 y 16 mg día (niños entre 1-5 a: 8 mg, niños entre 5-12 a:12 mg, varón adulto sano; 10 mg, mujer edad fértil: 14 mg, mujer embarazada 3º trimestre: 16 mg) y el aporte de hierro en una dieta media es de 6 mg de hierro por cada 1000 Kcal., es evidente que recién nacidos, niños y adolescentes, mujeres en edad fértil con menstruación y embarazadas con lactancia, representan los grupos de mayor riesgo. En estos grupos está recomendada la fortificación de alimentos con hierro (niños), las dietas basadas en legumbres (10 mg por 1000 Kcal.) carne y derivados (9 mg por 1000 Kcal.) frutas (7 mg por 1000 Kcal.) y cereales (6 mg x 1000 Kcal.) y además en las mujeres gestantes suplementos de hierro oral (30 mg de hierro oral al día a partir de la 30 semana de gestación). La leche y derivados (1 mg por 1000 Kcal) así como los aceites y grasas (0 mg por 1000 Kcal.) apenas aportan hierro en la dieta.
- Dietas ricas en folatos. Los folatos ingresan en el organismo sólo a través de la dieta. Una dieta normal aporta entre 200-400 microgramos día. Las necesidades diarias de folatos oscilan entre 50-100 microgramos día, excepto durante el embarazo y la lactancia en el que las necesidades se multiplican por 10 (300-500 microgramos día). Consecuentemente son las mujeres durante el período de gestación y lactancia, el grupo de mayor riesgo. Teniendo en cuenta que los folatos se encuentran en ciertos alimentos de origen animal ( hígado y riñones), predominan en los vegetales, especialmente verduras de hoja verde (espinacas, lechuga y coles) y frutas (plátano, limón y melón), y son fácilmente destruidos por la cocción (70-90%), las personas susceptibles deberán enriquecer su dieta con verduras y frutas frescas y de manera especial las mujeres gestantes, suplementarla con folatos vía oral (0.25 mg día a partir de los 4 meses de gestación).
- Dietas ricas en vitamina B 12 o cobalamina. La cobalamina ingresa en el organismo sólo a través de la dieta. Una dieta normal de 2500 Kcal. aporta entre 15-30 microgramos de los cuales se absorben 2-5 microgramos día. Las necesidades diarias de cobalamina oscilan entre 2-5 microgramos, sin variaciones de edad o sexo. Teniendo en cuenta que la cobalamina no se encuentra en los vegetales y predomina en los alimentos de origen animal, serán las personas vegetarianas estrictas y las personas con desnutrición las más susceptibles a presentar carencia de cobalamina. Estas personas deberán enriquecer su dieta con alimentos de origen animal como la carne, hígado, riñones, glándulas, huevos, leche y derivados, pescado y crustáceos etc. siendo irrelevante el modo de cocinar los alimentos ya que la cobalamina es termorresistente.
Evitando dietas restrictivas y no controladas (ejem. dietas de adelgazamiento) que además de ineficaces pueden resultar peligrosas.
Siguiendo con los controles de salud recomendados para cada uno de los diferentes momentos biológicos: crecimiento, embarazo, personas mayores etc.
2º Detectar precozmente
- Estando alerta frente a la aparición de posibles síntomas y signos de anemia: cansancio importante asociado a un color pálido de la piel con uñas y pelo frágil y/o sangrados de cualquier localización (vómitos o flemas con sangre, heces negras o rojas, orina con sangre, reglas muy frecuentes o abundantes etc.).
- Buscando cuando aparecen asistencia médica temprana que permita realizar un diagnóstico rápido y aplicar un tratamiento eficaz.
En resumen, las carencias de vitaminas necesarias para la formación de la sangre, especialmente de hemoglobina, son frecuentes. Dada su presencia en los alimentos, se pueden evitar llevando una dieta variada y adaptada a cada momento biológico determinado por la edad y el sexo, complementando la dieta con alimentos enriquecidos o suplementos vía oral en aquellos grupos de riesgo que lo necesiten según criterio médico.