Existen enfermedades hematológicas que se caracterizan porque las células de la sangre, ganglios linfáticos o médula ósea tienen mayor facilidad para crecer, desplazando a las células normales que de manera natural habitan en aquellos órganos.
Para combatir la enfermedad y conseguir lo que denominamos remisión, la ausencia más o menos total de signos de enfermedad, es necesario emplear radioterapia y/o agentes quimioterápicos o inmunobiológicos para destruir las células enfermas.
Es en este momento de remisión cuando se plantea la realización de un autotrasplante de células madre o progenitores, tradicionalmente conocido como trasplante de médula ósea, aunque hoy en día es más adecuado hablar de trasplante de sangre periférica ya que en más del 95% de los casos las células madre las obtenemos de la sangre circulante mediante un proceso técnico que denominamos aféresis.
En condiciones de normalidad son muy escasas las células madre que circulan libremente en nuestro organismo, por lo que para aumentar su cantidad se emplean durante 5-7 días medicamentos llamados citoquinas, las cuales estimulan la liberación de los progenitores de la médula ósea donde se forman a la sangre, mediante un proceso que se llama movilización.
En los días siguientes a través de una máquina que extrae la sangre, la centrifuga y separa los progenitores del resto de los componentes sanguíneos ( que se devuelven al paciente), es cómo se obtienen las células madre. Se trata de un procedimiento, denominado aféresis, que dura entre 5-7 h, aceptablemente bien tolerado y seguro, por lo que se realiza, sin necesidad de ingreso, en el hospital de día. Suele ser necesario de 1-2 días para completar el ciclo de aféresis.
Una vez obtenido un número suficiente de células madre, ajustado a la enfermedad y peso del paciente, el producto obtenido se congela protegido en contenedores de nitrógeno líquido hasta su utilización. En las siguientes 2 semanas se realizan en el Laboratorio de terapia celular exhaustivos controles de calidad y seguridad que garantizan que las células madre son aptas para su uso en el paciente.
Salvo que dada su situación clínica sea necesario administrar uno o varios ciclos mas de quimioterapia, el paciente ingresa para recibir el trasplante y lo hace en una de las habitaciones conocidas como habitación de aislamiento, en la que el sistema de circulación y filtrado de aire protegen al paciente de las infecciones, pero el paciente puede estar acompañado de familiar las 24 h del día.
Los primeros días se dedican a preparar el acceso vascular (colocación de catéter que directamente va al corazón y que permite administrar las células madre, medicamentos y a veces alimentos) y la adecuada hidratación y funcionamiento del riñón.
Posteriormente se administra el esquema de quimioterapia seleccionado al caso, conocido como tratamiento de acondicionamiento, que tiene un doble objetivo, liberar sitio suficiente en la médula ósea para que aniden las células madre y limpiar el organismo de cualquier posible célula enferma que haya podido quedar.
Al día siguiente de finalizar el tratamiento de acondicionamiento, se infunden las células madre descongeladas a través de la vía central, las cuales sabiamente se dirigen a su hábitat natural que es la médula ósea.
Sin embargo el tratamiento de acondicionamiento no es selectivo y a la vez que destruye las posibles células enfermas residuales, destruye las células normales de rápido crecimiento como son el pelo, la piel y las mucosas (especialmente la mucosa digestiva) y las células de la sangre.
Así aparecen frecuentemente efectos secundarios en el paciente, unos molestos como la caída transitoria del pelo y las molestias en la boca y aparato digestivo y otros más severos como las infecciones y los sangrados, que frecuentemente requieren el uso de medicamentos contra el dolor, antibióticos y transfusiones.
La alimentación en este período es muy importante y especial, con bajo contenido en bacterias porque las defensas del organismo se encuentran disminuidas. Los alimentos (carnes, verduras y frutas, huevos etc.) deben de estar cocinados, evitando los alimentos frescos (sólo lavados y pelados) y los desecados.
Se evitarán el yogur con probióticos, los quesos roquefort y camembert, los huevos pasados por agua, los fiambres y embutidos, los frutos secos y la pasta fresca entre otros. La leche será pasteurizada y no se deberán ingerir frituras, grasas y aceites.
Los alimentos no se deben de reciclar y se guardaran siempre en la nevera. Este período denominado de aplasia es el más complejo y difícil con una duración media de 3-4 semanas, pasadas las cuales las complicaciones se van resolviendo y el paciente va recuperando progresivamente el estado de salud y el ánimo, preparándose para poderse ir a casa.
Esta mejoría clínica coincide con la recuperación en la sangre de los leucocitos y posteriormente de las plaquetas, proceso denominado de prendimiento del injerto, que habitualmente tiene lugar entre los días 12-14 de la infusión de las células madre.
Tras el alta los pacientes tienen que ser controlados estrechamente en consultas pues el sistema inmunológico queda dañado durante varios meses y es necesario mantener el tratamiento contra las infecciones a la vez que reiniciar el calendario de vacunaciones.
A veces será necesario también mantener el régimen de transfusiones durante algunas semanas más. Entre los 3-6 meses habitualmente el paciente trasplantado recupera prácticamente su estado de salud.
En resumen, el trasplante de células madre es un procedimiento que se realiza para completar la respuesta a los tratamientos convencionales utilizados en la curación de enfermedades como los linfomas y mielomas, menormente en leucemias y excepcionalmente en otros tipos de tumores no hematológicos o ciertas enfermedades autoinmunes severas.
La edad es un factor limitante (≤ 70 a de edad) así como otras circunstancias que limitan el estado general del paciente (enfermedades severas del corazón, respiratorias etc.). Indudablemente tiene sus riesgos, pero en general es aceptablemente bien tolerado y contribuye claramente a prolongar la supervivencia de los pacientes seleccionados, recuperándose la calidad de vida a los 3-6 meses de haber recibido el trasplante.