La Depresión es una enfermedad, que nada tiene que ver con lo que coloquialmente se oye “estoy con la depre” o cualquier otro término de expresión del estado de ánimo de una persona, todos nos hemos sentido en la vida, en algún momento abatidos o hemos sentido tristeza ya que esto es un sentimiento propio vivencial en alguna situación no agradable, como expresamos alegría en otros momentos de nuestras vidas.

La Depresión es una enfermedad , que se caracteriza por una sintomatología que consiste principalmente: en estado de ánimo triste, en el que aparece la desmotivación, la pérdida de autoestima, el desinterés, el malhumor e incapacidad para tomar decisiones y muchas veces todo ello acompañado de síntomas físicos o somáticos como el cansancio, abatimiento, falta de energía, cansancio, falta de apetito y pérdida de peso consecuentemente, alteraciones del sueño, dolores generalizados y lo más grave en algunas ocasiones, la falta de deseos de vivir que puede llevar en algunas ocasiones a quererse quitar la vida.

¿Por qué nos deprimimos?

No hay ninguna teoría que explique en su totalidad el porqué de las depresiones, entre las causas más frecuentes están factores genéticos (mayor riesgo de padecer la enfermedad con un familiar de primer grado que la padezca o la haya padecido), alteraciones en la transmisión neuronal cerebral del individuo, principalmente con alteraciones funcionales de los neurotransmisores: serotonina, noradrenalina y dopamina; factores psicosociales (experiencias adversas en la infancia; acontecimientos vivenciales estresantes, autoestima baja, relaciones sociales limitadas, rasgos de personalidad obsesiva, patrones de pensamiento negativos y desadaptativos sobre unos mismo y los demás). En la mayoría de los pacientes los episodios depresivos surgen de la combinación de todos estos factores señalados: vulnerabilidad genética, alteraciones biológicas y factores psicológicos, que actúan a lo largo del tiempo e incrementan de forma progresiva el riesgo de desarrollar un trastorno depresivo.

¿Tiene tratamiento la depresión?

Sin lugar a dudas, la depresión es una enfermedad que tiene tratamiento y se cura en un gran porcentaje de casos, alrededor del 60% de los pacientes que la padecen se recuperan. Todos los médicos de los Servicios de Salud conocen la enfermedad y su tratamiento, especialmente los Médicos de Familia y en particular los Psiquiatras y otros profesionales de la salud como los psicólogos y enfermeras de salud mental, que te ayudarán a superarla.

Nunca debes considerar, si te sientes deprimido, que sea algo ajeno a tu salud, puede ser el origen de muchos síntomas que tienes, tu médico debe conocer este sentimiento, y debes comunicárselo, te escuchará y te hará preguntas que le ayudarán a diagnosticarte y ponerte un tratamiento.

Los tratamientos farmacológicos, lo constituyen los denominados antidepresivos, que son el tratamiento más recomendado. Debes de seguir las indicaciones que tu médico te dé, no debes considerar que son perjudiciales y que te van a generar adicciones, mejorarás y no te producirán ningún problema. Tu médico cuando mejores, te los retirará progresivamente. Nunca retires el tratamiento bruscamente.

Se debe esperar un tiempo hasta que se consiga la mejoría, pues los antidepresivos tardan unas tres semanas en ser eficaces.

Los cambios personales tampoco suceden de un día para otro, por lo tanto hay que tener paciencia. Estos tratamientos se puede acompañar de otros tratamientos psicológicos que también te ayudarán a que superes la enfermedad.

¿Cómo pueden ayudar los familiares?

La familia puede ayudar mucho, aunque en ocasiones es también ella la que sufre, ya que comparte la vida con el paciente.

Lo principal para ayudar es conocer la enfermedad aunque no la sufra, ya que el desconocimiento puede llevar a minimizar lo que le ocurre al paciente, o pensar que si está así es porque quiere, o a utilizar otros remedios, o aconsejarle no adecuadamente. Una actitud comprensiva, de disposición afectiva, no exenta de firmeza, puede ser una buena forma de ayudar.

No es conveniente aludir a la falta de fuerza de voluntad como causante del mal, ya que esto no ayuda a mejorar su estado sino, en la mayoría de las veces a empeorarla (es como si a una persona que tiene escayolado un pie, le dijéramos participa en una carrera y gánala).

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