Las hemorroides, también conocidas como almorranas, se producen cuando las estructuras hemorroidales, cuya función es almohadillar el canal anal y ayudar a mantener la continencia, se congestionan, inflaman y desplazan hacia el exterior del canal anal. Es una enfermedad muy frecuente con una prevalencia aproximada del 5%. Se calcula que el 50% de la población sufrirá algún síntoma a lo largo de su vida. Las hemorroides son más frecuentes en torno a los 45-65 años y se manifiestan tanto en hombres como en mujeres, si bien es cierto que durante la gestación aumenta la prevalencia en las mujeres.
A pesar de que el diagnóstico es sencillo, es importante conocer los síntomas para acudir cuanto antes al médico y comenzar a tratarlas lo antes posible. El médico de atención primaria puede hacer una primera valoración y si fuera necesario el especialista en digestivo un diagnóstico más preciso ya que muchas veces el único síntoma que se presenta es el sangrado y éste no solo es indicativo de la presencia de hemorroides sino también de otras enfermedades digestivas más graves como puede ser el cáncer de colon.
Una vez en la consulta, el diagnóstico consiste inicialmente en la realización de una historia clínica con los antecedentes médicos del paciente y los síntomas que presenta para una posterior exploración manual por parte del médico.
En los casos en los que las hemorroides no son externas, sino internas, el especialista prescribirá una colonoscopia para la confirmación de la enfermedad.
Las hemorroides suelen avisar con alguna o varias de estas señales:
- Sangrado. Se trata de pequeñas manchas de una sangre roja brillante que suele observarse en el papel higiénico. En casos más severos también puede incluso notarse en el inodoro. La ropa interior puede llegar a mancharse con una secreción mucosa, sanguinolenta o incluso con heces.
- Bulto sensible e incluso doloroso cerca del ano. La aparición de este bulto es tal vez el signo más representativo de las hemorroides. Al principio se reintroducen en el ano espontáneamente, pero con el tiempo se pueden quedar fuera permanentemente.
- Dolor o molestias. Generalmente al ir al baño, pero si las hemorroides están muy desarrolladas también puede incomodar al caminar o al sentarse.
- Picor e irritación. La piel de la almorrana y del alrededor también sufre produciendo escozor o prurito en toda la zona del ano.
- Inflamación anal: al igual que la irritación de la hemorroide se extiende a toda la zona, el hinchazón también puede ampliar su área de afección.
A partir de estos síntomas se pueden diagnosticar diferentes tipos de hemorroides según dónde estén localizadas: hemorroides internas si están ubicadas en el interior del recto, hemorroides externas si donde se produce la almorrana es la piel que rodea al ano o hemorroides trombosadas que son las que acumulan la sangre en una hemorroide externa.
Las hemorroides internas sangran con la deposición y se prolapsan a través del ano. No son dolorosas a no ser que se acompañen de trombosis hemorroidal. Existen cuatro grados para clasificarlas: Grado I, hemorroides normales; Grado II, hemorroides que salen por el ano con la deposición y se reintroducen solas; Grado III, son aquellas que salen por el ano con la deposición y hay que ayudar a reintroducirlas; y Grado IV, son hemorroides internas que salen a través del ano y siempre se encuentran en el exterior. Se diferencian de las hemorroides externas en que estas últimas están cubiertas por piel normal.
Las hemorroides externas son las que se producen alrededor del ano. Con frecuencia acompañan a las hemorroides internas o a otros procesos como la fisura anal. Las hemorroides externas no sangran, aunque pueden producir sensación de pesadez y dolor anal cuando se trombosan, es lo que se llaman hemorroides trombosadas.
Las principales causas de las hemorroides son:
- El estreñimiento: las heces duras y secas propias del estreñimiento son el factor más frecuente que puede provocar la aparición de hemorroides. Estar mucho tiempo sentado en el inodoro y los esfuerzos defecatorios, agravan el problema.
- La diarrea: predispone al desarrollo de la enfermedad y empeora la enfermedad hemorroidal preexistente.
- La existencia de factores hereditarios.
- Una postura inadecuada: permanecer muchas horas al día de pie o sentados es perjudicial para esta patología.
- El embarazo: la presión que ejerce el feto sobre la zona rectal, además de los esfuerzos realizados durante el parto, pueden provocar la aparición de hemorroides.
- Estar mucho tiempo sentado en el inodoro y los esfuerzos defecatorios.
Un estudio genético reciente ha descubierto, a través del análisis del ADN de casi un millón de personas, 102 regiones en el genoma humano que contienen genes que influyen en el riesgo de sufrir la enfermedad hemorroidal. La investigación revela que estos genes se expresan principalmente en los vasos sanguíneos y tejidos gastrointestinales y concluye que esta patología deriva, al menos en parte, de la disfunción muscular lisa, epitelial y del tejido conectivo. Este hallazgo puede permitir el desarrollo de nuevos tratamientos no invasivos a largo plazo.
Para evitar la aparición de hemorroides es aconsejable corregir las causas que las originan. Algunas recomendaciones son:
- Beber dos litros de agua al día para prevenir el estreñimiento.
- Evitar la ingesta de alcohol, ya que perjudica la circulación sanguínea dificultando la digestión.
- Reducir el consumo de sal, dado que favorece la retención de líquidos.
- Consumir una dieta rica en fibra, frutas, verduras y productos integrales.
- Evitar el esfuerzo defecatorio: en caso de estreñimiento crónico se recomienda seguir pautas farmacológicas y de hábitos alimentarios para tratar el estreñimiento y evitar la aparición de hemorroides”.
- Practicar deporte de forma regular para activar la circulación sanguínea y ayudar a mejorar el tránsito intestinal.
- Evitar hacer grandes esfuerzos en los que tenga especial importancia la zona abdominal.
El tratamiento varía según los síntomas. Si estos son leves bastará con tratar las almorranas con medidas higiénico-dietéticas: beber abundantes líquidos, una dieta rica en fibra y copiosa en frutas y verduras evitar las bebidas alcohólicas y los alimentos picantes o muy especiados, reducir la cafeína (café, té, refrescos de cola, etc.), evitar ciertos medicamentos (antiinflamatorios como el ibuprofeno y el naproxeno, ansiolíticos y antidepresivos), evitar permanecer mucho tiempo sentado en el inodoro, y por último limpiar el área con toallitas anales con aloe-vera.
Si los síntomas son moderados a todas estas medidas se puede añadir otras como: utilizar laxantes para evitar los esfuerzos defecatorios, uso de supositorios y pomadas en casos agudos para lubricar, reducir el dolor, aliviar el picor, disminuir la inflamación, proteger la mucosa y favorecer la cicatrización. Se aconseja no abusar porque algunos pueden contener corticoides y provocar efectos secundarios, por lo que no deben usarse durante más de 5-7 días y, en casos de crisis hemorroidales, se recomiendan los baños de asiento con agua templada.
Si estas medidas no logran mejoría en el paciente se pueden valorar otras opciones.