Las enfermedades Cardiovasculares, son enfermedades que afectan a las arterias del corazón y del resto del organismo, principalmente el cerebro, los riñones y los miembros inferiores. Las más importantes son: el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular (trombosis, embolia y hemorragia cerebral). Son muy graves y la principal causa de muerte sobre todo en países desarrollados.

¿Qué es el riesgo cardiovascular?

Qué es el riesgo cardiovascularEs la probabilidad que tiene un individuo de sufrir una de estas enfermedades dentro de un determinado plazo de tiempo y esto va a depender fundamentalmente del número de factores de riesgo que estén presentes en un individuo. Los factores de riesgo se clasifican en 2 grandes grupos: factores modificables (podemos intervenir para evitarlos) y factores no modificables (no podemos intervenir). Así podemos definir como:

No modificables:

  • Edad
  • Sexo
  • Raza
  • Antecedentes familiares

Factores que sí podemos modificar:

  • Hipertensión arterial
  • Aumento del colesterol
  • Síndrome Metabólico y Diabetes
  • Sobrepeso y obesidad
  • Tabaquismo
  • Sedentarismo
  • Abuso de alcohol
  • Ansiedad y estrés

Los cuatro primeros factores, por lo general van frecuentemente asociados dado que tienen factores comunes que los ponen en marcha (Síndrome Metabólico). Junto con el tabaco, son los factores de riesgo modificables más importantes sobre los que tenemos que actuar y el hecho de coincidir en una misma persona varios factores de riesgo aunque sea de  forma mínima, el riesgo se multiplica de forma exponencial, no se suma. Es necesario por tanto tratar todos y cada uno de los factores de riesgo que están presentes para que realmente este riesgo disminuya.

Si desea calcular su riesgo cardiovascular utilice la calculadora de riesgo Cardiovascular en el siguiente enlace http://www.observatoriodelasaludcardiorenal.es/herramientas_calculadoraIRiesgo.php.

¿Qué es el Síndrome metabólico?

Se habla de síndrome  metabólico, cuando en una persona coinciden  al menos tres de los siguientes factores:

  • Obesidad abdominal.
  • Trastorno de los lípidos en sangre (colesterol-HDL bajo y aumento de la concentración de triglicéridos).
  • Alteración del manejo de la glucosa (glucosa alta).
  • Aumento de la presión arterial.

Su presencia incrementa en cinco veces la aparición de diabetes tipo 2 y de 2 a 3 veces el riesgo cardiovascular. Por ejemplo, los hipertensos con síndrome metabólico tienen un riesgo cardiovascular casi el doble del que tienen los hipertensos sin él y a día de hoy, se está convirtiendo en uno de los principales problemas de Salud Pública del siglo XXI.

Los mejores predictores de la presencia de síndrome metabólico son la obesidad abdominal (perímetro de cintura mayor en la mujer de 88 cm y en el hombre de 102 cm) y los niveles de glucosa en sangre (mayor o igual a 110 mg/dl).

Aunque en muchos casos existe una predisposición genética, heredada de nuestros ancestros como una  adaptación a momentos de hambruna que se alternaban con momentos de disponibilidad de comida, pocas veces se manifiesta clínicamente si no existe cierto grado de obesidad o sedentarismo.  De ahí, que los cambios en los estilos de vida (disminución del sobrepeso y el aumento de la actividad física), son la herramienta fundamental para su prevención y tratamiento.

¿Cómo se puede prevenir el riesgo cardiovascular?

La prevención debe ir orientada a una mejor calidad de vida, interviniendo en aquellos factores de riesgo fácilmente evitables o controlables como son: el sedentarismo, el tabaquismo, el sobrepeso, el control del colesterol, y el control de la presión arterial.

Unas pautas generales para prevenir los factores de riesgo modificables podrían ser:

  • Evitar el sedentarismo:

    Lo ideal es hacer ejercicio todos los días, que sea algo incluido en su rutina diaria y adaptado a su edad y condición. En caso de padecer alguna enfermedad, consulte previamente con su médico sobre cuál debería ser el tipo y ritmo de ejercicio que podría hacer. Al menos debería poder practicarlo 3-4 veces a la semana. Si se empieza de cero, es recomendable hacerlo de forma progresiva, en intensidad y tiempo y acorde a sus posibilidades.

    Una vez alcanzado un ritmo y un hábito, lo ideal son sesiones de ejercicio de 40 minutos al día. La intensidad del ejercicio debe ser media, de forma que si puede hablar haciendo pequeñas paradas para coger aire, la intensidad será la adecuada. Empiece siempre por ejercicios de calentamiento y nunca acabe el entrenamiento bruscamente, sino poco a poco.

    Elija una actividad que le guste para que le resulte más gratificante, pero actividades como caminar a paso ligero, correr, bicicleta estática, cinta estática, saltar, subir y bajar escaleras, etc. son recomendables y accesibles a todo tipo de personas.

    No coma demasiado antes de hacer ejercicio. Lleve siempre agua para evitar la deshidratación, sobre todo en verano, evitando en esta época, los momentos de mayor temperatura ambiente.

    Finalmente, no ignore el dolor en el pecho o la fatiga y en caso de que note alguna de estas molestias, así como vértigos, mareos, latido irregular y rápido del corazón, cansancio o dificultad al respirar, pare de hacer ejercicio y consulte con su médico.
  • Dejar de fumar:

    Propóngase una fecha límite para dejar de fumar y comuníqueselo a las personas de su entorno y es importante que las personas de su entorno tampoco fumen para sumar esfuerzos. De hecho el primer lugar en el que debe prohibirse fumar es en su propio domicilio, es más fácil dejar el hábito.

    Es cierto que pueden aparecer algunos síntomas como irritabilidad, hambre, dolor de cabeza, sueño o insomnio. Pida apoyo y paciencia a las personas con las que convive a diario. Tenga siempre a mano agua, fruta fresca, chicles sin azúcar, que le ayudarán a calmar la ansiedad. Practique actividad física, preferiblemente al aire libre, le ayudará a sentirse bien.
    Si por sí sólo considera que no es capaz de dejar de fumar, busque ayuda. En nuestra Comunidad Autónoma existen Programas de apoyo para dejar de fumar que le ayudarán a tener éxito en esta empresa. Pregunte a su médico.
  • Control del Colesterol:

    Lo ya comentado del ejercicio físico es aplicable también cuando se tiene el Colesterol elevado, además contribuye a elevar el colesterol HDL (bueno).  Desde luego lo más eficaz es evitar en la dieta grasas saturadas, presentes especialmente en los alimentos de origen animal, y de ácidos trans presentes en comidas rápidas y margarinas. Mire el etiquetado de los alimentos y no crea que un alimento libre de colesterol no lleva grasa dado que pueden estar sustituyéndolo por grasa peor que el propio colesterol.

    Si a pesar de las medidas anteriores no consigue alcanzar unos niveles adecuados, probablemente su médico valorará la necesidad de tratamiento de acuerdo a su situación particular.
  • Perder Peso:

    El sobrepeso o la obesidad son considerados como un factor de riesgo Cardiovascular y desencadenante en parte de los otros factores de riesgo, de forma que previniendo la obesidad, estamos también previniendo la Hipercolesterolemia, la HTA y la Diabetes.

    Todos conocemos las calorías “negras” que podemos evitar (fritos, rebozados, tempuras, salsas, dulces, bollería, bebidas gaseosas con azúcar etc.). Cuando hablamos de grasa "sana" (como el aceite de oliva) debemos controlar la cantidad que usamos dado que aporta muchas calorías. Debemos realizar un mínimo de 5 comidas al día, saltarse alguna de ellas, al contrario de lo que parece, no favorece perder peso.

    Eso sí, hay que realizar comidas menos copiosas. Simplemente reduciendo la ración un 25%, se ha demostrado suficiente para obtener buenos resultados y esto hay que practicarlo tanto en casa como en el restaurante. Apunte todo lo que come, generalmente no somos conscientes de la cantidad de alimento que comemos a lo largo del día. Las personas que se toman la molestia de hacerlo, suelen sorprenderse cuando lo analizan fríamente.

    Combine la dieta con ejercicio, favorece perder peso más rápidamente y por lo tanto es un esfuerzo que recompensa más, pero sobretodo, porque no perdemos masa muscular sino grasa  y por lo tanto, mantenemos un buen nivel de gasto energético.
  • Control de la Tensión Arterial:

    Controle el consumo de sal (no utilizar sal de mesa: aliñar con hierbas y especias; evitar precocinados y embutidos; utilizar modos de cocción saludables) y lleve una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras y hortalizas.

    Limite el consumo de alcohol, cafeína y no fume. El tabaco desencadena elevaciones pasajeras de la presión y es un factor de riesgo para sufrir cardiopatía.

    Haga ejercicio físico regular y si tiene sobrepeso, pierda peso; hay una relación inversa entre peso y Tensión Arterial. Si es Hipertenso, comprobará que a medida que pierde peso, necesita menos pastillas para controlar su Tensión Arterial. Ensaye técnicas de relajación para evitar el estrés.

Si con todas estas medidas tiene cifras de Tensión Arterial elevadas, su médico considerará si necesita tratamiento farmacológico.

Etiquetas: