Tras las vacaciones de verano, el comienzo del curso y el cambio de estación, es habitual pasar más tiempo en casa y, en muchas ocasiones, es una época en la que se aprovecha para hacer una limpieza a fondo del hogar, realizar reformas o cocinar más. Tareas necesarias, pero que se deben abordar con cuidado y unas sencillas recomendaciones para evitar los accidentes domésticos más habituales. Aunque no es cuestión de alarmar no debemos perder de vista que, según las estadísticas, el hogar es un lugar que se percibe como seguro, pero en el que se producen lesiones, habitualmente leves, que se pueden prevenir fácilmente. Datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) indican que el 80% de los accidentes se producen dentro del hogar.
Lo más común es sufrir pequeños percances provocados por descuidos evitables mientras se limpia o se cocina, pero también hay que prestar atención a resbalones, caídas, golpes, intoxicaciones alimentarias o por productos de limpieza, quemaduras o incendios, entre otros riesgos. Sufrir accidentes domésticos es habitual, pero no hay que bajar la guardia porque se trata de acontecimientos fortuitos que pueden poner en riesgo la salud o integridad física de las personas que viven en ese hogar mientras hacen su rutina diaria. Una serie de pautas y sencillos consejos pueden prevenir muchos de estos percances que, según las estadísticas, se registran especialmente en el baño y la cocina.
Caídas y golpes
Un objeto fuera de su sitio, una alfombra mal colocada, un suelo en el que ha caído agua o se ha fregado con algún producto de limpieza que resbala, puede provocar un tropezón, la pérdida de equilibrio y una caída. Por ello, es muy conveniente mantener el suelo de la casa despejado, muy especialmente el de las zonas de paso donde en ocasiones se acumulan juguetes, un taburete sin recoger, unos zapatos sin guardar…. Además, conviene avisar al resto de las personas con las que se convive de si una zona está recién fregada o si se le acaba de dar cera. También es recomendable no utilizar cualquier silla o taburete a modo de escalera, porque es frecuente perder la estabilidad, y poner especial cuidado si tenemos que subir o bajar escaleras, otro foco de peligro, para lo que es aconsejable bajarlas peldaño a peldaño y agarrándose al pasamanos.
Por otro lado, los cajones y las puertas de los armarios de la cocina son los responsables de muchos de los golpes que se producen en el hogar, por ello conviene dejarlos siempre cerrados porque sus esquinas puntiagudas ocasionan frecuentes golpes y heridas, sobre todo en los niños y mayores.
Además, es importante que en las duchas y bañeras se coloquen alfombrillas antideslizantes, así como agarraderas, sobre todo si las utilizan personas mayores. Tampoco hay que olvidarse de tener especial cuidado en terrazas y ventanas, en las que es preciso no perder de vista a los más pequeños del hogar ni un segundo sin la supervisión de un adulto para no se suban a sillas ni mesas para asomarse.
Cortes, quemaduras e incendios en la cocina
La cocina es uno de los lugares de la casa donde se concentran la mayoría de los accidentes domésticos. Cortes y heridas suelen ser comunes debido a la utilización de cuchillos, tijeras y otros objetos punzantes. Por ello es recomendable utilizarlos de forma segura acordándose de no dejar nunca los cuchillos con la parte afilada hacia arriba, y menos en el lavavajillas, no cortar nunca en dirección hacia uno mismo, revisar los vasos y platos que estén rotos y deshacernos de ellos, no utilizar los cuchillos para realizar otros trabajos que no sean los específicos de la cocina y vigilar especialmente el acceso de los niños a estos objetos. En caso de producirse un corte con hemorragia, hay que tapar la herida con una gasa o un trapo haciendo presión sobre la herida. Si el sangrado no cesa, será necesario acudir al centro de salud más cercano.
Además, es muy importante ser precavido con las quemaduras evitando, por ejemplo, que los mangos de las sartenes o las ollas sobresalgan de los fogones y tratando de cocinar con los fuegos que quedan situados más en el interior. Por supuesto meter las manos en el horno sin protección, coger objetos a altas temperaturas sin guantes o cocinar alimentos sin tapadera porque son hábitos cotidianos que pueden causar múltiples quemaduras y, en ocasiones, hasta desencadenar un incendio. Para evitar otros sustos también se recomienda no fumar cerca de cortinas u otros tejidos, nunca en la cama y no sobrecargar las regletas de enchufes.
¡Ojo con las intoxicaciones!
Las intoxicaciones son otro de los accidentes domésticos más comunes. Las causas más habituales tienen que ver con la toma de medicamentos sin control, la posible inhalación de productos de limpieza, abusar de las bebidas alcohólicas o las alimentarias, que además de peligrosas son más comunes de lo que nos imaginamos porque en muchas ocasiones no se vigila la fecha de caducidad de los productos o se produce una mala refrigeración de los alimentos.
Para evitar este tipo de accidentes es fundamental guardar los productos más peligrosos en un lugar seguro, perfectamente etiquetados o en su envase original para no dar lugar a error y que alguien pueda ingerirlos pensando que son otra cosa, no almacenar los productos tóxicos en el mismo sitio que los alimentos y colocar las medicinas fuera del alcance de los niños.
Atragantamientos, asfixia y ahogos
La asfixia se puede producir por introducir objetos demasiado grandes en la boca o en la nariz, por un atragantamiento al comer o bien por ahogamiento piscinas o bañeras. Por ello es fundamental vigilar a los más pequeños cuando se están dando un baño o cuando juegan cerca de la piscina, ya que un solo descuido puede tener consecuencias fatales.
Además, para prevenir los ahogos es importante evitar que los niños jueguen con objetos pequeños que se puedan tragar o meter por la nariz. Y a la hora de alimentarles hay que darles trozos pequeños de comida para que los mastiquen poco a poco.
Respecto a los atragantamientos es fundamental tener especial cuidado con la comida entre los niños, especialmente cuando todavía son pequeños, y personas mayores. Un hueso, un trozo de comida más grande de los habitual o que se va para otro lado pueden obstruir las vías respiratorias y provocar la asfixia. En estos casos es importante actuar con calma y rapidez y, en casos reales de emergencia, aplicar la maniobra de Heimlich. Un procedimiento de primeros auxilios que se utiliza cuando una persona se está ahogando y que consiste en formar un puño y colocarlo sobre la mitad inferior del esternón; sostener el puño con la otra mano, realizar un movimiento firme hacia adentro mediante la tracción de ambos brazos hacia atrás y repetir las compresiones con rapidez 6 a 10 veces según sea necesario.