El verano es un buen momento para mejorar el descanso de los ojos contemplando espacios naturales con amplios horizontes
La regla del 20-20-20: tras 20 minutos de lectura, mirar más allá de 20 metros durante 20 segundos
El informe El estado de la salud visual infantil en España 2019, elaborado por la asociación Visión y Vida, refleja que uno de cada tres casos de fracaso escolar que se producen en menores de entre 6 y 12 años se debe precisamente a problemas de visión, algo especialmente preocupante si se tiene en cuenta que, según dicho informe, muchos padres no son conscientes de las carencias visuales de sus hijos, y la mitad de los niños que necesitan gafas no las usan. De los 7.535 alumnos de Primaria que participaron en el estudio, más de la mitad (el 56 %) falló en una o más pruebas optométricas, y casi uno de cada tres lo hizo en dos o más.
Muchos padres no llevan a su hijo al oculista porque “no se queja, no dice que vea mal”. Pero hay que tener en cuenta que ningún niño que ve mal sabe que ve mal. Desconocen lo que es ver bien o ver mal y como siempre han visto de esa forma no se quejan ni dicen nada. Por ello los problemas de visión en los primeros años de vida pasen muy a menudo desapercibidos hasta que al comenzar la etapa escolar a los cinco o seis años los padres o maestros detectan dificultades en el aprendizaje de lectura y escritura. Y en el caso de algunas patologías concretas, puede ya ser tarde.
El uso de pantallas exige nuevos hábitos
Aunque se sospecha que el aumento de la miopía que se está experimentando en los últimos años entre los más jóvenes se debe en parte al uso de dispositivos electrónicos que además de hacerles pasar horas mirando la pantalla, disminuye los ratos de estar al aire libre, cuidar la salud visual de niños y adolescentes no significa renegar de la exposición a las pantallas, pero sí mantenerlas dentro de unos límites razonables. De hecho, la Academia Americana de Pediatría recomienda evitar dicha exposición para los menores de dos años y en edades posteriores hacerlo no más de dos horas al día. Si los niños utilizan pantallas de móvil o tablet para leer, estudiar o comunicarse, hay que educarles posturalmente y también en hábitos para que las alejen de los ojos al menos 30 centímetros y para que descansen cada 30 o 40 minutos, preferiblemente saliendo al exterior o mirando por la ventana para que puedan fijar la vista lo más lejos posible. Porque lo importante es encontrar un equilibrio entre el tiempo que se pasa con la vista fija en distancias cortas y en largas.
Las principales señales que indican un defecto de visión y que deben alertar a padres y profesores son los dolores de cabeza si son frecuentes, que guiñe los ojos con frecuencia, que no distinga caras familiares a lo lejos, que se acerque demasiado a la tele o al cuaderno para pintar, leer o escribir o, en el caso de los más mayores, que se produzca una bajada repentina de los resultados escolares. Y en el caso de que los progenitores sean miopes, conviene redoblar la vigilancia porque la miopía tiene un importante componente hereditario: cuando ambos progenitores lo son, el 60 % de los menores desarrollan también miopía.
Aprovechar el verano para descansar la vista
Por otra parte, el verano es un buen momento para mejorar la salud de los ojos de los niños procurándoles hábitos que el resto del año no es tan fácil poner en práctica como descansar la mirada contemplando espacios naturales amplios o el horizonte marino. Conviene que niños y jóvenes estudiantes aparquen por unos días los libros de texto y los dispositivos tecnológicos para oxigenar la mirada. Los expertos aconsejan pasar entre dos y cuatro horas diarias al aire libre porque la exposición a la luz del sol es uno de los principales factores naturales para prevenir y estancar la miopía en niños y adolescentes.
- La regla del 20-20-20. Menos tiempo con la visión corta o fija en pantallas o libros. Las vacaciones permiten a los niños liberar su mirada hacia amplios horizontes que favorecen su salud ocular. Se aconseja educarles en hábitos como el de mantener una distancia de 30 cm aproximadamente entre los ojos y el texto de una lectura y la regla del 20-20-20, que consiste en tras 20 minutos de lectura, mirar más allá de 20 metros durante 20 segundos.
- Proteger los ojos del sol con gafas y gorras porque, aunque la luz natural es buena para la vista, en verano es demasiado fuerte por lo que conviene limitar la exposición solar directa durante las horas centrales del día para evitar los daños que pueden provocar las radiaciones ultravioleta.
- Cuidado con los aires acondicionados porque si van directos al ojo aumentan la sequedad ocular.
- La alimentación también influye en la salud del ojo. El consumo de zanahoria, naranja, mango, tomate, calabaza, cerezas, fresas, mandarinas y kiwi facilita el funcionamiento de la retina gracias a los carotenoides, una sustancia que capta la luz solar y es un potente antioxidante.
- Higiene de manos y ojos para evitar el daño que pueden causar en el ojo la arena o el cloro se aconseja un correcto lavado de manos y ojos además de enseñar a los niños a usar gafas de buceo para evitar afecciones oculares como la conjuntivitis.