Con la llegada del verano y las altas temperaturas uno de los problemas a los que nos podemos enfrentar es a sufrir un golpe de calor. Pero qué es realmente un golpe de calor. Nos encontramos ante esta situación cuando nuestra temperatura corporal supera los 40 grados durante un tiempo prolongado.
En condiciones normales, el cuerpo es capaz de controlar la temperatura, el sudor es un método para refrescarse. Pero cuando el cuerpo es incapaz de eliminar el exceso de calor, nuestro sistema nervioso se altera. Si nos deshidratamos no podemos sudar lo suficiente para enfriar el cuerpo y nuestra temperatura corporal subirá.
Ancianos, niños, pacientes con ciertas enfermedades crónicas o personas con sobrepeso son más vulnerables a sufrir un golpe de calor cuando suben las temperaturas en verano. Hay que tener especial atención también con las exposiciones al sol o la práctica de deporte o esfuerzo físico con altas temperaturas.
Los síntomas de un golpe de calor son: dolor de cabeza, piel seca y caliente, ausencia de sudor, sed intensa, respiración rápida y sensación de falta de aire, taquicardia y pulso rápido, mareos y confusión, convulsiones e incluso pérdida de conocimiento, náuseas y vómitos.
Lo primordial debe ser bajar la temperatura corporal, para ello es necesario “trasladar a la persona a la sombra y con ventilación, aplicar frío en cuello y cabeza, beber agua.
Para prevenir los golpes de calor hay que evitar la exposición prolongada al sol, no realizar actividad física entre las 12 y las 16 horas, vestir ropa holgada y de colores claros, usar gorros o sombreros, mantener hidratación adecuada, no dejar nunca a nadie dentro de un coche estacionado.