Desde la legalización del juego online y la concesión de licencias en el año 2012, los salones de juegos, las casas de apuestas deportivas, los casinos, bingos, tragaperras y webs de juegos o póquer online se han multiplicado exponencialmente. Esto ha provocado que las posibilidades de jugar y apostar se hayan multiplicado y expandido entre la población española, especialmente entre los menores.
Cada vez son más los adolescentes que se acercan al juego online atraídos por una llamativa publicidad y variedad de oferta. Las facilidades para desarrollarlo en cualquier momento y lugar, sin necesidad de desplazamiento físico, su anonimato, el mayor porcentaje de premios y la rapidez (en escasos minutos se inician y terminan las partidas), lo convierten en un atractivo entretenimiento. Mucho más adictivo que las apuestas tradicionales y que la vieja afición a las máquinas de los bares que puede derivar en un trastorno por juego patológico online.
El grupo de investigación de Ciberpsicología de la UNIR, junto con la Universidad de Deusto y la UPV-EHU del País Vasco, ha elaborado un cuestionario para diagnosticar el trastorno por juego patológico online entre adolescentes y conocer su prevalencia. Según los resultados de la muestra, realizada entre 2.691 alumnos de 11 a 19 años de dieciséis centros escolares (de Asturias, Castilla y León, País Vasco, Aragón, Valencia, Madrid y Castilla La Mancha), uno de cada tres (883 jóvenes) admitieron haber apostado online en alguna ocasión. Y un 6,8% de estos últimos (60 de 883) sufría algún riesgo o trastorno por juego patológico online. Esta situación está asociada con complicaciones de salud mental, como la depresión y el uso de sustancias adictivas, sobre todo alcohol, además de con problemas de personalidad narcisista y borderline, síntomas de estrés y ansiedad y distorsiones cognitivas. Y es que en las edades donde se produce un mayor aumento de las apuestas online, entre los adolescentes y los jóvenes estudiantes universitarios, es precisamente cuando son más vulnerables.