Las altas temperaturas y los cambios de estilo de vida durante el verano, cuando habitualmente se pasa más tiempo al aire libre, en las playas o piscinas, provocan que la salud femenina se resienta.

La humedad de los bañadores y biquinis entre baño y baño favorecen el desarrollo de algunos gérmenes (bacterias, virus, hongos y protozoos) lo que aumenta de manera significativa la aparición de infecciones vaginales como la candidiasis vaginal, la vulvovaginitis, la vaginosis bacteriana o la cistitis.

Por este motivo, en estos meses muchas mujeres acuden a las consultas ginecológicas con síntomas como picores, escozor, irritación, ardor al orinar, inflamación de los genitales o cambios de coloración y consistencia en el flujo vaginal.

El principal motivo de que en verano aumenten las infecciones vaginales es la mayor humedad de esta zona del cuerpo por el aumento de los baños en piscinas que además tienen un alto nivel de cloro, lo que altera el PH vaginal. Normalmente el entorno vaginal tiene un PH ácido que nos protege de desarrollar bacterias nocivas y nos ayuda a mantener una flora bacteriana beneficiosa; pero si el PH se vuelve menos ácido, la salud vaginal se resiente. Esto, unido a la frecuencia con la que llevamos el bañador mojado, provoca que se creen infecciones en la vulva, la vagina o ambos sitios a la vez.

Entre las infecciones más frecuentes asociadas al factor humedad se encuentra la candidiasis, conocida como la infección por hongos. 

La candidiasis vaginal es una de las infecciones vaginales más comunes e incómodas que provoca el hongo candida albicans. Los síntomas son muy molestos e incluyen hinchazón, picor o ardor en la zona de la vulva. Además, el flujo vaginal adquiere un tono blanquecino amarillento y es más denso de lo habitual.

Otra infección habitual es la vulvovaginitis,  una inflamación de la vulva, de la vagina o de ambas, causada por bacterias, hongos, virus y otros irritantes. La transmisión obedece al contacto por vía sexual y costumbres higiénicas deficientes o poco saludables.

La vaginosis bacteriana es una infección vaginal causada por bacterias cuyo principal síntoma es el cambio en el flujo vaginal que se vuelve más abundante y con olor desagradable. No suele presentar irritación ni picor y no es una infección de transmisión sexual.

En el caso de las infecciones más comunes, la cistitis, la infección no afecta a la vagina sino al tracto urinario.  Causada generalmente por la bacteria E. Coli, las mujeres que la padecen presentan ganas constantes de orinar, micción dolorosa y escozor al terminar. Esta dolencia se ve agravada en verano debido al aumento de las relaciones sexuales.

CONSEJOS PARA EVITAR LAS INFECCIONES VAGINALES

  • Evitar la humedad en la zona vaginal. NO pasar mucho tiempo con el bañador o el biquini mojado.
  • NO utilizar prendas que queden demasiado ajustadas a las zonas íntima.
  • NO sentarse directamente sobre la arena o en el borde de la piscina, siempre es mejor sobre una toalla o un pareo.
  • Al terminar la jornada de playa o piscina es aconsejable darse una buena ducha para eliminar los restos tanto de arena como de cloro.

EVITAR las duchas vaginales, no solo no son necesarias, sino que además son negativas. Estos baños alteran la flora vaginal eliminando las bacterias ‘buenas’ encargadas de protegernos de las infecciones. Con una buena higiene externa es más que suficiente.

  • Utilizar preferiblemente prendas de algodón en la ropa interior ya que ayudan a absorber la humedad y permiten que circule el aire. Evitar el nailon y la lycra.
  • Beber abundante agua ya que estar una adecuada hidratación puede ayudar a evitar infecciones como la cistitis al favorecer la eliminación por vía renal de los gérmenes que tenemos en el tracto urinario.
  • Cuando se tiene la menstruación es recomendable cambiar tampones y compresas con frecuencia. Una alternativa es usar la copa menstrual que evita este tipo de inconvenientes.
  • Y por supuesto, ante cualquier duda o síntoma de infección, lo más recomendables es acudir al ginecólogo para obtener un diagnóstico adecuado y seguir el tratamiento más correcto. No hay que olvidar que automedicarse puede empeorar la situación.

En definitiva se trata de disfrutar del verano, de la playa, de la piscina y de lo que surja, puesto que en este período estival también suele aumentar la disposición a mantener encuentros sexuales esporádicos. Por este motivo, un último consejoutilizar preservativo siempre que se mantengan relaciones sin tener pareja estable y ante la mínima sospecha de riesgo de infección por enfermedad de transmisión sexual, visitar al ginecólogo.