José Luis del Río
Jefe de Oftalmología del Hospital San Pedro

Esta enfermedad del nervio óptico produce una disminución del campo visual de una forma tan lenta que es imperceptible por el paciente hasta fases muy avanzadas.

La visita al oculista es crucial para detectar el problema en una fase inicial y poder frenarla

Hay que visitar al oculista a partir de los 50 años sí o sí

El glaucoma es una enfermedad asintomática que nos puede dejar ciegos. Se trata de una afección del nervio óptico que produce una disminución del campo visual de una forma tan lenta que es imperceptible por el paciente hasta fases muy avanzadas. Un diagnóstico precoz y el cumplimiento del tratamiento una vez detectado el problema son fundamentales para frenar su evolución y mantener una buena calidad de la visión. Se trata de una dolencia que afecta al 6% de la población. La mitad de los afectados desconoce que la sufre. Tiene una importante carga genética y suele manifestarse a partir de los 50 años. El doctor José Luis del Río nos ayuda a tomar conciencia sobre una silenciosa enfermedad, de consecuencias irreversibles si no se afronta a tiempo y que puede controlar con una sencilla revisión oftalmológica.

¿Qué es el glaucoma?

Se ha considerado siempre que glaucoma es tener tensión en los ojos y eso no es estrictamente cierto. El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico que en la mayor parte de los casos cursa con una tensión ocular elevada, pero puede no ser así. Se trata de una enfermedad del nervio óptico que produce una disminución del campo visual peculiar y que se acompaña de una excavación en el nervio óptico que podemos detectar al mirar el fondo del ojo. En resumen, el glaucoma es una enfermedad del nervio óptico que produce una disminución del campo visual. En muchos casos se asocia a un aumento de la tensión ocular, pero puede haber glaucoma con una tensión ocular baja y puede haber tensiones oculares elevadas sin que produzcan glaucoma.

¿Existen diferentes tipos de glaucoma?

Tenemos el glaucoma crónico que cursa de forma crónica y que, a lo largo de mucho tiempo, produce una disminución del campo visual que puede acabar en ceguera irreversible. Pero hay otros tipos de glaucoma como el glaucoma agudo que se produce por un aumento muy alto y rápido de la tensión ocular. Es menos frecuente y es muy sintomático. Cuando sucede el paciente va a urgencias, lo tratamos y lo resolvemos. El problema lo tenemos con el glaucoma crónico porque desgraciadamente no produce síntomas hasta que la enfermedad está muy avanzada, hasta que la pérdida visual es muy profunda e irreversible.

¿Hay factores que lo originen?

Dentro del glaucoma crónico hay varios tipos en función de su causa. Unos están producidos por traumatismos, otros por enfermedades oculares, pero el factor más frecuente es el genético. El glaucoma tiene una carga genética muy importante. También se involucran otras factores como la tensión arterial, que no es la mima que la tensión ocular, la miopía, enfermedades vasculares como la diabetes o el tabaquismo.

Es una enfermedad asintomática, ¿nada nos puede llamar la atención?

Desgraciadamente no. El glaucoma en fases incipientes e incluso en fases moderadamente avanzadas pasa completamente inadvertido para el paciente. Se va produciendo una pérdida de campo visual de forma muy lenta y paulatina y el paciente no es consciente de ello porque lo va compensando con un ojo u otro, moviendo la cabeza. Se produce de una forma tan lenta que no es perceptible por el paciente.

¿Se puede prevenir?

Sí, mediante revisiones periódicas. Uno de los factores de riesgo es la edad. Por ese motivo es fundamental visitar al oftalmólogo a partir de los 50 años. Siempre he dicho que hay un momento fundamental para ir al oftalmólogo, cuando empezamos con presbicia. El momento de la aparición de la presbicia coincide con la incidencia del glaucoma. Cuando solemos ver mal de cerca no nos podemos conformar con comprar las gafitas del estanco. Es muy importante que a partir de ese momento nos vea un oftalmólogo, nos tome la tensión ocular y valore. Esa valoración por parte del especialista es crucial porque también tenemos casos de personas que a pesar de tener tensiones oculares normales, su nervio óptico se va aplastando y excavando y van perdiendo campo visual. Hay que visitar al oculista a partir de los 50 sí o sí y los pacientes con antecedentes o factores de riesgo tienen que visitar al oftalmólogo antes.

¿A qué porcentaje de la población afecta?

A un 6% según las estadísticas. Esas mismas estadísticas indican que la mitad de esos pacientes desconocen que tienen la enfermedad. Y ese es el problema. Los pacientes con glaucoma detectados se controlan, podemos incluso parar su evolución y pueden llegar a tener una buena calidad de visión. Sin embargo quienes desconocen que tienen la enfermedad, porque no se revisan y no se tratan, van perdiendo visión de forma progresiva sin percatarse. No podemos olvidar que el glaucoma si no se trata, acaba en ceguera.

¿Qué pruebas o estudios nos permiten detectar esta enfermedad?

Una revisión oftalmológica general es más que suficiente para alertarnos de la presencia de un glaucoma. Para un primer diagnóstico no hace falta una gran tecnología. Hace falta un oftalmólogo que nos tome la tensión y sepa valorar esa tensión en función de la situación del paciente. Hace falta un fondo de ojo que nos permita ver cómo está el nervio óptico y que nos permita valorar ese nervio óptico.

¿Son frecuentes los casos de pacientes que llegan a la consulta por otro motivo?

Sí. Pueden ser pacientes miopes que vienen a la consulta pensando que tienen catarata y resulta que tienen un glaucoma irreversible y están prácticamente ciegos. Suelen venir cuando notan la pérdida de visión, con ceguera en un ojo y con el otro con un resto de campo visual. El glaucoma crónico habitualmente es bilateral.

¿Qué tipo de tratamientos se aplican?

Son tratamientos cómodos. Tenemos varios niveles. Comenzamos con una gota, colirios, en la mayoría de los casos podemos controlar un glaucoma con una sola gota al día de fármacos con muy pocos efectos secundarios. Tiene el problema de que hay que ponerla. Cuando con una gota al día no es suficiente el control podemos poner una gota dos veces al día. Y si no lo controlamos así pasamos a asociar dos fármacos diferentes, tres o incluso cuatro. Cuando ya estamos con tres fármacos pensamos en otro tratamiento. El siguiente escalón puede ser láser o cirugía. Podemos hacer incluso cirugía y luego láser. Las cirugías también son muy eficaces.

La oftalmología ha avanzado mucho, ¿qué perspectivas se presentan en el glaucoma?

Se está avanzando a todos los niveles, tenemos más fármacos eficaces con los que podemos tratarlo. A nivel quirúrgico también se han experimentado grandes avances. Antes sólo podíamos hacer un tipo de intervención, desde hace pocos años hemos ampliado el abanico de cirugías. Ahora podemos implantar válvulas de drenaje, implantar un dispositivo que permite bajar la tensión. En todo caso la solución del glaucoma pasa por el diagnóstico precoz y por el cumplimiento de los tratamientos. Según datos de la industria farmacéutica un tercio de los pacientes no se compran las gotas que les prescribimos para tratar el glaucoma. Y dentro de los que han ido a la farmacia a comprar el colirio, un porcentaje muy alto no se lo pone. Parece increíble pero es así.

¿Cuál es la razón si es una enfermedad que te puede dejar ciego?

Un diabético si no se pone la insulina, a las horas se pone muy malo. En el caso del glaucoma tienes que tener fe en el oftalmólogo que te dice que tienes la tensión alta pero tu no notas nada. El glaucomatoso viene a la consulta porque es miope o por una simple revisión. Le dices que tiene glaucoma, que si no se pone la gota se puede quedar ciego, pero él no nota nada. Tiene que creer en el oftalmólogo porque la pérdida de visión es tan paulatina que es imperceptible. Hay algunos pacientes que se ponen la gota sólo el día que van a la consulta. Les tomas la tensión y está bien, les haces un campo visual y ves que ha perdido. Hasta que no le dices que hay que operar no se empiezan a poner las gotas. Esos casos son relativamente frecuentes.