Ana Isabel Bas Angulo. Médico de familia

En España más de 500.000 personas sufren la enfermedad celiaca, una dolencia autoinmune de carácter genético por la que padecen intolerancia al gluten de forma permanente.

Según la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE), integrada por diecisiete colectivos de carácter autonómico, más de 400.000 personas- alrededor del 75% -padecen celiaquía pero lo desconocen debido a que, además de su clásica presentación clínica, en muchas ocasiones esta enfermedad se manifiesta en otras formas atípicas o asintomáticas. Con campañas como Cuanto antes lo sepas, mejor’, realizada el pasado 27 mayo con motivo de la conmemoración del Día Nacional del Celiaco, desde diferentes asociaciones se reivindicaba la importancia del diagnóstico precoz por los graves problemas de salud que conlleva la falta del mismo. Para conocer más detalles de esta enfermedad con alta prevalencia en España hablamos con la médico de familia del Servicio Riojano de Salud, Ana Isabel Bas Angulo.

¿Qué es la celiaquía?

La celiaquía es una patología autoinmune que produce una intolerancia permanente al gluten en individuos predispuestos genéticamente. Esta dolencia provoca una lesión grave en la mucosa del intestino delgado con una atrofia de las vellosidades intestinales y, por lo tanto, una mala absorción de los nutrientes. 

¿Cuáles son las principales causas?

Resulta difícil señalarlas porque son varias. Factores ambientales, genéticos o inmunológicos e incluso varios estudios han asociado la enfermedad celiaca con cambios en la composición de la microbiota intestinal.

¿Cuáles son los síntomas más habituales?

Las manifestaciones clínicas varían mucho en función de la edad en que se manifiesta, por lo que debemos dividir entre niños y adultos.

En los niños y adolescentes los síntomas son los clásicos de la mala absorción y el deterioro nutricional, pero también hay una amplia variedad de síntomas extra digestivos como el estancamiento en el crecimiento, el retraso de la pubertad, la ausencia de menstruación, la anemia por déficit de hierro, la ferropenia incluso sin anemia, la fatiga crónica, las aftas bucales, la dermatitis herpetiforme, las fracturas óseas...

¿Y en el caso de los adultos?

Los indicios difieren considerablemente del patrón clásico que te comentaba en la infancia. En los adultos suelen darse síntomas gastrointestinales como la diarrea con esteatorrea (grasas) y la pérdida de peso, que es lo más habitual;  pero actualmente la celiaquía en adultos se manifiesta con mayor frecuencia con un patrón no clásico. Éste se suele caracterizar por un conjunto de síntomas gastrointestinales inespecíficos que incluyen ardor o acidez de estómago, malestar abdominal, flatulencias, gases intestinales, distensión abdominal y cambios frecuentes en el ritmo intestinal. También podemos encontrar síntomas extra digestivos por la mala absorción de los micronutrientes que producen dermatitis herpetiforme, puede haber infertilidad, osteoporosis y también algún síntoma neurológico y psiquiátrico ya definidos por la enfermedad celiaca.

Entonces ¿se puede empezar a ser celiaco a cualquier edad?

Aunque es un proceso con base genética indefinida, los síntomas pueden aparecer en cualquier edad de la vida tanto a niños como a adultos. Cabe señalar que más del 70% de los nuevos pacientes son diagnosticados con más de 20 años y sabemos que afecta a más mujeres que a hombres en una relación de 2 a 1. La prevalencia se incrementa en familiares de primer grado y de segundo grado, pero sin duda uno de los problemas de esta enfermedad es la escasez de diagnósticos ya que por cada caso diagnosticado hay un promedio de 5 casos que no lo están debido a una sintomatología atípica mínima o incluso ausente.

Algunos datos señalan que en los últimos 25 años se han quintuplicado los diagnósticos, especialmente en niños ¿a qué se debe este fenómeno?

Se ha comprobado que la enfermedad celiaca ha experimentado un notable aumento en las tres últimas décadas convirtiéndose en una de las enfermedades de transmisión genética más frecuente en los países de población caucásica. Detrás de este aumento probablemente estén las mejoras en las herramientas diagnósticas y en los exámenes que cada vez son más rigurosos.

¿Qué pruebas se hacen para confirmar la enfermedad?

Lo más común es realizar un análisis de sangre, estudio serológico, de anticuerpos anti-TG2 isotipo IgA, anticuerpos anti-EmA isotipo IgA y anticuerpos anti-DGP isotipos IgG e IgA. Además, también se suele hacer un estudio genético, una biopsia del intestino delgado y una prueba de provocación, que tan sólo se contempla en la infancia cuando el diagnóstico es dudoso. En algunas ocasiones también se realizan otras pruebas de laboratorio y otras exploraciones y pruebas complementarias.

¿Cuál es el tratamiento más adecuado para la celiaquía?

Lo más importante es seguir una dieta sin gluten evitando el trigo en todas sus especies, cebada, centeno o sus variedades y productos derivados, y consumir alimentos frescos lo menos procesados posible y que en su origen no contengan gluten. Para identificar estos productos existe el símbolo internacional sin gluten (la espiga barrada) regulado por la Sociedad de Asociaciones de Celiacos de Europa (AOECS).

Además de estas precauciones en la alimentación, tras el diagnóstico de enfermedad celiaca se suelen prescribir algunos suplementos (vitaminas y otros nutrientes) porque los pacientes pueden presentar déficits y requieren reponer hierro, vitamina D, calcio, vitamina B12...

En la actualidad se están investigando nuevas estrategias como terapias farmacológicas alternativas, enzimas, vacunas e incluso se habla del papel que pueden jugar los probióticos en la protección del intestino.

¿Algún consejo importante para los celiacos y sus familias de cara a encarar mejor el día a día?

Lo fundamental es tener claro que SÍ y que NO contiene gluten. Una vez que se tienen bien identificados los productos debemos almacenarlos de forma que no se puedan contaminar entre ellos.

Cuando tengamos que elaborar dos menús diferentes, lo más práctico es cocinar primero el SIN GLUTEN y una vez que esté terminado y apartado del área de manipulación, cocinar aquel que contiene gluten.

Si se hacen a la vez o a la inversa hay que estar muy pendientes de utilizar utensilios diferentes para los ingredientes con gluten y para los sin gluten.