La obstrucción de una arteria cerebral, bien sea por un coágulo que se produce dentro del propio vaso sanguíneo o por un coágulo que se produce en otro lugar y se desplaza hasta el cerebro, produce un cuadro clínico que llamamos ictus isquémico.

La interrupción del flujo de sangre al cerebro produce rápidamente alteraciones en la función de sus células, y se manifiesta, según la zona dañada, por síntomas como parálisis o dificultad para mover una parte del cuerpo, alteraciones del lenguaje, incapacidad para mantenerse de pie o caminar o pérdida brusca de memoria entre otros muchos.

Las células cerebrales que se ven privadas de los nutrientes que le aporta la sangre, acaban degenerando y muriendo en poco tiempo, por lo que los daños pueden llegar a ser desgraciadamente permanentes.

El objetivo médico en este caso es intentar abrir el vaso sanguíneo obstruido de forma precoz, para salvar la mayor parte de células posibles.

Actualmente se dispone de terapias que en algunos pacientes, no en todos los casos, pueden ayudar a restaurar el flujo sanguíneo en el cerebro si se administran antes de transcurridas cuatro horas y media del episodio. Insisto en que no es un tratamiento indicado en todos los casos de ictus, e incluso en algunos casos está contraindicada, por lo que resulta imprescindible la valoración neurológica urgente.

Es por este motivo por el que se ha puesto en marcha un protocolo de coordinación de los distintos servicios sanitarios para actuar rápidamente en el caso de que un paciente presente un ictus. Lo llamamos código ictus. Están implicados muchos servicios, el centro coordinador de urgencias, los profesionales de atención primaria y de urgencias y emergencias extrahospitalarias, servicios de urgencias hospitalarios, neurología, unidad de medicina intensiva, laboratorio de análisis clínicos, radiólogos…

El ictus es una urgencia, y el tiempo para su atención resulta fundamental. Por eso es importante que usted sepa reconocer alguno de los síntomas que pueden indicar que está padeciendo un ictus.

Si observa que de forma brusca usted o alguien de su entorno:

  • No puede hablar con normalidad o no se entiende lo que dice.
  • Tiene paralizado un lado de la cara (“boca torcida”).
  • Tiene pérdida de fuerza en un brazo o una pierna.

Póngase en contacto urgentemente con el centro coordinador de urgencias 112. Anote también la hora del inicio de los síntomas, dato que es de mucha importancia. No se angustie: que tenga estos síntomas no quiere decir que necesariamente se esté sufriendo un ictus, pero existe una probabilidad de que sea así. Pero actúe rápidamente.

El paciente será valorado por un médico, quien decidirá qué es lo más conveniente en cada caso.

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