El aparato digestivo está formado por diferentes órganos, los cuales nos ayudan a realizar la digestión. El alimento se ingiere por la boca, llega al esófago en forma de bolo alimenticio, y posteriormente al estómago, donde a través de diferentes mecanismos se procede al inicio de la digestión de los alimentos. Posteriormente el alimento llega al intestino delgado compuesto por duodeno, yeyuno e íleon, donde se procede a la absorción de los nutrientes. Cuando el bolo alimenticio llega a intestino grueso (ciego, colon y recto), se absorben el agua y los electrolitos formando el bolo fecal, que es el producto final de la digestión.

La dispepsia es un conjunto de síntomas que se presentan de forma continua o intermitente (Dolor, malestar general, pesadez tras las comidas y/o sensación de plenitud), que se localiza en la parte alta del abdomen (en el hueco del estómago) y que se puede acompañar de nauseas, vómitos, distensión abdominal, incapacidad para terminar una comida, acidez, eructos y regurgitaciones (regreso de la comida a la boca). Es decir, se puede resumir como un malestar en la zona alta del abdomen.

La dispepsia se debe a diferentes factores, entre los que destacan los hábitos dietéticos, los fármacos, factores psicógenos o de tipo orgánico.

Las molestias suelen aparecer con mayor frecuencia en caso de comidas copiosas, alimentos muy condimentados o picantes, café, bebidas carbonatadas, alcohol y/o tabaco. El estrés, la ansiedad o la depresión pueden provocar la aparición de dicha dolencia. Algunos medicamentos pueden producir éstos síntomas también, entre los que se encuentran los AINES (Ibuprofeno, diclofenaco, naproxeno…), acido acetilsalicilico (Adiro, aspirina), corticoides, digoxina, algunos antihipertensivos, algunos antibióticos, etc. La causa orgánica más frecuente es la presencia de una bacteria llamada Helicobacter Pylori de la que hablaremos más adelante.

El 30-40% de la población general ha padecido o padecerá dispepsia en algún momento, pero solo en el 20% se encontrará una causa que lo justifique. El otro 80% podría encuadrarse en otro grupo denominado dispepsia funcional.

En caso de malestar en la zona alta del abdomen junto con otros síntomas descritos anteriormente nos encontraremos con que padecemos dispepsia. Si las molestias son leves no nos debemos preocupar, ya que probablemente desaparecerán solas. En caso de persistir de forma leve, deberemos realizar mejoras en los hábitos de la dieta (comer con moderación, realizar varias comidas al día, hacer dieta en caso de sobrepeso, abstinencia de alcohol, dejar de fumar). De forma puntual, podremos tomar fármacos que impidan la secreción de acido por el estómago, estos medicamentos son los IBP (Inhibidores de la Bomba de Protones) y su mayor ejemplo es el omeprazol.

Si pese a ello persiste la dolencia, habrá que consultar con su médico de atención primaria.

En este caso, en función de la edad, su médico decidirá realizar alguna prueba complementaria. En caso de ser menor de 55 años, la prueba indicada será el test del aliento, a menos que se presenten alguno de dichos síntomas (Pérdida de peso, vómitos persistentes, señales de hemorragia o anemia, dolor o dificultad para tragar los alimentos, dolor de estómago intenso y persistente, masa abdominal palpable, ictericia o antecedentes familiares de cáncer gástrico), que entonces estará indicada la realización de una gastroscopia. En caso de ser mayor de 55 años, la prueba de elección será la gastroscopia directamente.

El test del aliento consiste en beber un líquido que contiene una sustancia (urea) marcada con un isótopo no radiactivo (C13). Antes y después de ingerir esta solución, de sabor agradable, la persona sopla en un dispositivo que mide la ureasa (enzima degradadora de la urea) presente en el aliento y mediante una simple comparación se detecta la presencia o no de la bacteria. Para la realización de la prueba, habrá que suspender los IBP las 2 semanas previas y cualquier antibiótico 4 semanas antes, además habrá que acudir a la prueba en ayunas, sin fumar y sin lavarse los dientes. Se realiza para detectar la presencia de una bacteria llamada Helicobacter Pylori (que está presente en el 50% de población, aunque solo en el 10-20% de los casos producirá síntomas).

En caso de que me diagnostiquen una infección por Helicobacter Pylori, tendrá que acudir al médico de atención primaria, donde se le recetará un tratamiento para erradicar la bacteria.

Si todas las pruebas realizadas han sido negativas, podríamos estar ante un caso de dispepsia funcional, para ello en función del predominio de los síntomas, su médico de atención primaria le indicará el tratamiento más adecuado, que podrá variar desde inhibidores del acido del estómago, procinéticos a antidepresivos.

Etiquetas: